Suicidio
No recuerdo un suicidio político tan claro e innecesario en un partido de la tradición e implantación del PSOE
En la Naturaleza se detectan muy escasas conductas suicidas y, frecuentemente, justificadas por serias razones de supervivencia del grupo o de la especie. Incluso el ... extendido tópico suicida de los lemmings, esos pequeños roedores que aparecían en un documental despeñándose en manada por el acantilado más próximo y nadando hacia el horizonte marino hasta ahogarse ha sido desmentido por la ciencia. Por eso extraña y asombra el suicidio político de un partido acreditado, bien implantado en la zona y con experiencia de gobierno en la misma. Hablo de la inexplicable voluntad de suicidio político del PSOE en Gijón.
En principio, la situación del partido en el municipio no parece justificar una medida tan extrema. Vale que las cosa municipal no está en su mejor momento para el socialismo local, que se encuentra en la oposición. Pero esto ha ocurrido con anterioridad sin que en la ejecutoria política del partido se llegaran a apreciar conductas autodestructivas. En cambio, en la actualidad, desde la gestión del puerto se han empeñado en acabar con el socialismo en Gijón. No se sabe si lo lograrán, pero hay que admitir que voluntad e insistencia están poniendo. Porque no hay una sola opinión, mínimamente objetiva, que llegue a justificar la pertinencia de la actitud obstruccionista que el Puerto está mostrando en el asunto del Plan Especial de Naval Azul para la cesión al Ayuntamiento de los terrenos liberados de los antiguos astilleros.
Lo que resulta más descarado es que la actual dirigente portuaria, socialista de alto nivel regional, no está tratando de no pactar, sino más bien de retractarse de lo ya pactado en lo referente a dicha cesión de la franja costera de nueve metros de profundidad o anchura que linda directamente con el mar. Los subterfugios administrativos aludidos por el Puerto para su actual negativa suenan, para cualquier observador, a diferir, dilatar, posponer y que el tiempo corra sin que, antes de las próximas elecciones, pueda culminarse una operación urbanística, tan atractiva como necesaria, que podría suponer un triunfo del que al socialismo local le tocarían pocos laureles.
El problema es que esta operación obstruccionista aparece, a ojos de la ciudadanía, tan estridentemente grosera que difícilmente se recuperaría el crédito político del partido socialista ante esas mismas próximas elecciones. No recuerdo un suicidio político tan claro e innecesario en un partido de la tradición e implantación del PSOE. En fin, ellos sabrán.
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