El Entoldado
En 1979, el Entoldado, de la plaza Mayor echa a andar por una iniciativa del gobierno municipal del que es alcalde José Manuel Palacio y ... concejala de Festejos María José Ramos. Sobre el escenario, el Ballet Nacional de España dirigido por 'Antonio, el Bailarín'. Esto supuso el adiós definitivo a las actuaciones musicales en discotecas y salas de fiestas en Gijón. Ni Jardín ni Parque del Piles, pasando por Play Boy o Delphos, podían competir con los cachés que empezaban a pagar los ayuntamientos. En Gijón buscaban un lugar en donde programar actividades musicales, hasta ese momento el lugar era el pabellón de La Arena, y surgió el Entoldado. Y no, como algunos opinan, buscando preservar de la lluvia.
El lugar era muy sencillo. Empezando por el escenario y terminando en las butacas que eran simples sillas de madera. El sonido era regular tirando a malo y la incomodidad total. Lo bueno fue que dio ideas para que Gijón accediera a los grandes conciertos internacionales. Tras el Entoldado, llegó la plaza de toros de El Bibio, Las Mestas y El Molinón, lo que corrobora que el interés del Entoldado era hacer caja y no crear un lugar para conciertos a cubierto, por si la lluvia.
El 23 abril de 1983, El Molinón se abre al homenaje al músico Berto Turulla, muerto, electrocutado, en un escenario unos días antes. Aquí participarán, de manera altruista, un montón de grupos y cantantes asturianos, con Víctor Manuel y Miguel Ríos como estrellas, y se comenta que cobraron.
Esto le abrió los ojos al Ríos que tras su gira con el famosísimo 'Rock and Ríos'; de la plaza de toros de El Bibio dio el salto con 'El Rock de una noche de Verano' al césped de El Molinón, y acabó malamente.
Poco éxito, la taquilla secuestrada, la tuvo que recuperar en los juzgados, y también perdería su derecho de peaje anual del que disfrutó su colega Víctor Manuel durante años. ¿Su venganza? Dedicarle una canción 'a un niñato concejal', que no era otro más que Daniel Gutiérrez Granda.
A partir de ahí, y Areces a los mandos, Gijón se divirtió con Tina Turner, los Stones, Bruce Springsteen, Bowie, y un largo etcétera y con riesgo mínimo.
El mayor fracaso económico fue el de Iván Álvarez Raja que perdió unos 100 millones con Paul McCartney, pero el dinero era público.
También Sting no cubrió las expectativas, así como todos los grandes que pasaron por el Jovellanos. Ahí ya se sabía que ni Alfredo Krauss, en la reapertura, ni Bob Dylan o Brian May iban a cubrir gastos.
Quien dio superávit fue Alejandro Sanz y con los beneficios sacados se adquirió el piano Steinway&Sons que aún está en el teatro.
No obstante, lo del departamento de Festejos encabezado por Daniel Gutiérrez Granda fue un buen trabajo, destacando, especialmente, la labor de Miguel Rodríguez Acebedo, la colaboración de muchas empresas y el apoyo incondicional de los medios de comunicación del momento.
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