El escándalo de cada día
El entorno de Pedro Sánchez ha tomado el relevo de la corrupción política a que está condenado el país desde unos años atrás. Todavía no ... se han olvidado los ecos del protagonismo delictivo de los Bárcenas y compañía y ya tenemos en todos los titulares de los periódicos los nombres de sus sucesores en las colas de los juzgados, Abalos, Koldo y toda una retahíla de beneficiados por su implicación desde la proximidad al poder.
Las investigaciones de la UCO, que dicho sea de paso es una suerte que todavía pueda trabajar con libertad, no cesan en destapar, de momento a sospechosos, pero me temo que conforme vayan pasando por los juzgados muchos acaben siendo declarados culpables. Las conclusiones de esta situación son varias, la primera es que la vista gorda, cuando no la tolerancia del Gobierno, rebasa todos los límites.
Mientras se van conociendo nuevos escándalos diarios de corrupción, el Gobierno y, particularmente su presidente, intentan distraer la indignación pública desviando la atención patriótica al fracaso rotundo y sin embargo intrascendente, de la cantante elegida por RTVE para representar a España en el festival de Eurovisión. Un hecho festivo que, por cierto, echando la vista atrás ya era utilizado por la Dictadura para alardear de éxitos internacionales.
Es muy triste observar cómo la corrupción política se ha implantado tanto en nuestra vida cotidiana que muchas personas ya no le conceden mayor trascendencia. Para algunos inversores y empresarios es un elemento también delictivo a tener en cuenta en la gestión de sus negocios. Algunas veces se recuerda el ejemplo de la 'mordida' mejicana sin reparar que en España empieza a existir de manera quizás más sofisticada, pero no menos deleznable.
Esta vez la denuncia de las redes del tráfico de influencias y otras formas de corrupción –conocidas en la mayor parte de los casos gracias a los trabajos de investigación realizados por algunos periodistas –, coincide con los últimos días de la declaración de la renta, una obligación que nos obliga a todos a anticipar las cuentas en la relación con la Hacienda del Estado. Se trata de una obligación tan dura como necesaria. Contribuir para mantener el gasto público es imprescindible.
Estas noticias que revelan tantas irregularidades delictivas con la utilización del dinero público que estamos conociendo, no alientan al contribuyente a hacerlo con la mejor conciencia ciudadana. Tributar para financiar la compra de coches privados de alta gama o juergas en paradores no es el mejor aliciente. Y asistir a la pasividad de quienes tienen que perseguirlo, menos.
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