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Las guerras no son solamente muertos, heridos, destrucción y odio. También son, triste es recordarlo, negocios; buenos negocios para personas sin escrúpulos: siempre hay alguien ... que mientras caen los drones o la gente se tiene que ocultar de los tiroteos en los refugios se va rellenando la cartera, como se suele decir. Es lo que está ocurriendo estos días con la guerra entre Rusia y Ucrania, que precisamente acaba de cumplir tres años.
El vuelco en las estabilidad internacional que se trastocó con la llegada a la presidencia de los Estados Unidos de Donald Trump, que de pronto liquidó los enfrentamientos históricos entre Washington y Moscú hasta convertirlos en aliados, precipitó algún acuerdo secreto, pero más bien indisimulado, entre los dos Gobiernos, sin contar ni con la propia Ucrania ni con la Unión Europea que, a través de la OTAN, ha venido ayudando a Ucrania a resistir la agresión sufrida como consecuencia de la política expansiva de Putin, con quien parece que ahora Trump se entiende.
Lo cierto es que, desde donde se intuye o sabe, en el acuerdo de paz secreto Rusia se quedará con las cinco provincias orientales ucranianas, lo cual reducirá la extensión del país en un cinco por ciento y obligará a cambiar las fronteras. Los dos países amigados en cuestión de horas han iniciado negociaciones en Riad (Arabia Saudita) en las que se han exhibido proyectos de buena voluntad y el acuerdo de que comisiones especiales acuerden los detalles.
Mientras tanto, los norteamericanos ya han sacado su tajada: al tiempo que desisten de la ayuda que venían prestando a Ucrania ya han logrado de forma anticipada la explotación de las llamadas 'Tierras raras' (aunque sería más preciso hablar de tierras ricas), una parte del territorio ucraniano –un país que necesita esos recursos–, asumiendo los derechos a la explotación de las reservas que su subsuelo alberga: varios minerales que, además de escasos, son muy valiosos para las nuevas tecnologías. Una fuente de beneficios millonarios.
Lo más sorprendente es que un acuerdo de esta naturaleza, aceptado por el presidente de Ucrania en su entrevista con Trump, forzado por la urgencia de terminar la guerra y consciente seguramente de que la tiene perdida, se cierre antes de que el enfrentamiento termine. Antes al contrario, en unos momentos en los que la guerra continúa sumando víctimas, y las tropas rusas intentan seguir avanzando en el mapa de los territorios que ya han ocupado, sin duda alguna para ampliar el territorio que acabarán conquistando.
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