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Érase una vez un Rey

Se ha idealizado la figura del emérito durante años de forma tan desmedida, que ahora, frente al espejo, frente al cuento sin aderezo ni almíbar, nos encontramos con un problema de difícil solución

Viernes, 20 de agosto 2021, 02:19

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Sabían ustedes que Blancanieves no despertó gracias al beso de un príncipe? Ni beso ni príncipe ni enanitos. Fue gracias a un accidente con su ... ataúd cuando la sacaban del palacio donde vivía. Un golpe que hizo que el trozo de manzana que la mantenía moribunda saliera de su garganta. ¿Conocían que las hermanastras de Cenicienta, para poder calzarse el famoso zapato del heredero y así lograr desposarse con él, se cortaron uno o varios dedos del pie? Así es. Un asunto más calamitoso y, ciertamente sanguinolento del que habitualmente nos relatan. Caperucita, por su parte, también resulta más cruel. Canibalismo. Se comió a su abuela. ¿Y la rana del cuento? Pues tampoco se convirtió en príncipe gracias a un beso. Lo hizo cuando fue estampada por insufrible contra una pared, que fue a donde la lanzó la protagonista femenina de la historia. Y podría seguir porque, en realidad, gran parte de estos pueriles y tiernos cuentos, fábulas o historias son, en verdad, oscuros y espantosos.

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