El futuro de Laboral: un cese difícil de entender
Ester Roldán
Arquitecta
Miércoles, 26 de febrero 2025, 11:49
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Ester Roldán
Arquitecta
Miércoles, 26 de febrero 2025, 11:49
La reciente destitución de Pablo de Soto al frente de Laboral Centro de Arte ha generado sorpresa y preocupación en la comunidad cultural, como ... atestiguan las casi mil firmas recogidas en apenas diez días en la plataforma puxalaboral. Durante su tiempo como director, el centro ha experimentado un notable auge, consolidándose como un referente en el panorama artístico tanto local como internacional. Bajo su liderazgo, y en estrecha colaboración con la mayoría de su equipo, Laboral ha logrado una programación innovadora, que ha devuelto a la institución su relevancia en la vanguardia de la creación contemporánea, y ha creado también lazos más estrechos con la comunidad social gijonesa.
Desde su llegada, Pablo de Soto ha sido un motor de cambio y de innovación. Su trabajo ha permitido que Laboral se transforme en un espacio de reflexión crítica sobre los grandes temas de nuestro tiempo: la tecnología, los feminismos, la emergencia climática, la relación entre arte y democracia e incluso la agitación folclórica. El centro no solo ha aumentado significativamente sus visitas, sino que ha logrado establecer una conexión más profunda con el público y con artistas de todo el mundo. Su dirección ha sido, en muchos aspectos, un modelo de éxito y de compromiso con la cultura en tiempos complejos.
En estas circunstancias, el cese hace dudar de si una decisión tan drástica era realmente necesaria, especialmente cuando los errores de gestión que se le atribuyen parecen ser menores y subsanables. El hecho de que se haya decidido prescindir de su liderazgo en un momento de consolidación, cuando el centro se encuentra en su mejor momento en años, es difícil de entender. Las soluciones a los desafíos administrativos que pueda haber enfrentado Laboral deberían haberse abordado de forma más constructiva y no con la eliminación de una figura que ha sido clave en la recuperación del prestigio artístico y la repercusión social del centro.
Este cese recuerda inevitablemente a la destitución de José Luis Cienfuegos en 2011 como director del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX). En aquel entonces, la salida de Cienfuegos, en un momento de gran éxito para el festival, supuso un golpe a la credibilidad del FICX y a su proyección internacional. La comunidad cultural y cinematográfica reaccionó con sorpresa y desaprobación, ya que la decisión fue vista como un error político en un momento clave para la consolidación del festival. La comparación con la situación de Pablo de Soto es ineludible: en ambos casos, se trata de decisiones políticas que afectaron a proyectos en un momento de crecimiento y relevancia y crecimiento, sin que se ofreciera una justificación clara ni se exploraran alternativas más equilibradas.
La destitución de Cienfuegos derivó en un período de inestabilidad en el FICX, una situación que costó años corregir. Muchos programadores, distribuidores y cineastas dejaron de considerar el festival como un referente imprescindible en el circuito internacional. Solo el tiempo permitirá medir las consecuencias de esta nueva destitución, pero es inevitable preguntarse si Laboral sufrirá un proceso similar. ¿No se está repitiendo el mismo error, poniendo en peligro una institución que había logrado recuperar su reconocimiento entre la comunidad artística a la vez que su conexión con la sociedad?
Además, más allá del impacto en la propia institución, esta destitución también manda un mensaje preocupante para quienes creen en la posibilidad de construir proyectos culturales sólidos en Asturias. Durante años, ha circulado la idea –casi una «leyenda urbana», aunque con demasiado fundamento– de que los jóvenes creativos y profesionales deben irse de la región en busca de oportunidades que aquí no existen. Sin embargo, Laboral, especialmente en esta última etapa, ha apostado por la creación hecha en Gijón, por un proyecto en el que artistas, comisarios, técnicos y otros profesionales han podido desarrollar su trabajo sin tener que buscar fuera lo que aquí también es posible. Poner en riesgo esa dinámica con decisiones como esta solo contribuye a reforzar la narrativa de que en Asturias no hay estabilidad ni continuidad para quienes buscan hacer de la cultura su medio de vida.
El problema de la falta de oportunidades para los jóvenes en nuestra región es estructural y afecta a numerosos sectores, no sólo a la cultura; pero ésta, con el suficiente apoyo político, podía llegar a ser la excepción, un ámbito donde la creatividad y la investigación permitieran generar espacios de desarrollo profesional y personal. Laboral, en estos últimos años, ha sido precisamente eso: un espacio de experimentación y de creación de nuevas redes de colaboración. Si dañamos estas estructuras con decisiones precipitadas, estamos renunciando a una parte fundamental del futuro de Asturias.
La pregunta que surge es si el cese de Pablo de Soto, basado en cuestiones que podrían haberse corregido con medidas más específicas, a la vista de los buenos datos de su programa artístico, no representa un paso atrás. Si algo hemos aprendido del caso de Cienfuegos es que las decisiones drásticas no solo afectan a la persona destituida, sino que también repercuten negativamente en la imagen y los avances de la propia institución. La gestión cultural es compleja y exige tiempo, reflexión y, sobre todo, estabilidad. Es fundamental que nuestras instituciones se mantengan en un camino de crecimiento y que los errores sean entendidos como oportunidades de mejora, no como razones para cambios tan radicales. La cultura necesita continuidad para prosperar, y decisiones como la destitución de Pablo de Soto, cuando el centro que dirige se encuentra en un momento de crecimiento y consolidación, no parecen ser la solución más adecuada.
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