No es igualdad, es pura hipocresía
Esther Llamazares
Miércoles, 25 de junio 2025, 02:00
La libertad de expresión no puede convertirse en excusa para el insulto. Y, sin embargo, eso es lo que presenciamos en Avilés durante la reciente ... concentración del colectivo LGTBIQ+, donde se utilizó la imagen de la Santina de Covadonga –símbolo religioso y cultural profundamente arraigado en Asturias– como objeto de burla. No fue una reivindicación, fue una provocación.
No fue una defensa de derechos, fue una falta de respeto.
Una sociedad madura no puede aplaudir que se señale y ridiculice aquello que representa las creencias de muchos. Es legítimo manifestarse, es legítimo reclamar igualdad, pero es profundamente incoherente pedir respeto mientras se agrede simbólicamente a una parte de la sociedad. No se puede invocar la tolerancia para justificar el escarnio. No se puede pedir integración promoviendo la confrontación.
Lo que se vivió en Avilés no es un hecho aislado. Forma parte de una tendencia cada vez más preocupante: la de utilizar causas nobles para alimentar el enfrentamiento, dividir a la sociedad y convertir cualquier diferencia en una batalla. Se exige no señalar a ningún colectivo, y comparto esa premisa. Por la misma razón no es aceptable que haya colectivos que se amparen en su identidad para señalar, ridiculizar o generar indignación hacia los demás. El respeto no puede ser unidireccional, ni convertirse en una herramienta de superioridad moral.
No se puede perder el respeto desde el insulto, ni construir igualdad sobre la base del desprecio. En esta contradicción constante vivimos: se clama por la inclusión mientras se excluye a quienes piensan distinto. Se reclama sensibilidad mientras se ridiculizan los símbolos de fe. Se pide amparo mientras se ataca lo que muchos sienten como propio. Y eso, además de injusto, es profundamente hipócrita.
Quien exige respeto debe empezar por ofrecerlo. Quien quiere que se le escuche, debe hablar sin gritar, sin herir, sin burlarse del otro. En democracia, todos cabemos. Pero no cabe el desprecio. Ni en nombre de la religión, ni en nombre de la diversidad.
Desde el PP de Avilés siempre defenderemos la libertad y los derechos individuales. Pero también defenderemos el derecho de cada ciudadano a no ser humillado por creer, por sentir o por pensar diferente. Porque darse a respetar empieza por respetar.
No se puede proclamar la paz, declarando permanentemente la guerra.
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