Fondos para transformar

En Asturias se barajan algunos proyectos transformadores que tienen varias características en común: comportan un volumen importante de recursos, se desarrollan en el medio y largo plazo, son de naturaleza industrial o energética, están liderados por las principales empresas privadas instaladas en Asturias y garantizan el futuro del tejido productivo al poder fabricar los mismos bienes pero con una huella de carbono que tiende a cero. Se han elaborado cientos de propuestas. Como es lógico se trata de un conjunto heterogéneo al que hay que añadir las reformas y recursos que el Principado pretende canalizar con la ayuda de los fondos. Ahora bien los proyectos relacionados con la construcción de una acería verde en Arcelor, con la generación de hidrógeno, liderados, en un caso, por EdP, y ,en el otro, por la alianza de Enagás y Naturgy, poniendo en actividad la planta regasificadora, así como los parques eólicos marinos que pretenden impulsar las tres últimas empresas citadas, tienen un valor diferencial porque tratan de conservar las fortalezas económicas de la región (industria pesada y energía) con reformas punteras. Aunque el montante total de los fondos sea muy elevado, el dinero asignado a Nueva Política Industrial España 2030 y Estrategia de Economía Circular sólo representa el 5,4% del total. Una cantidad muy pequeña por la que compiten los proyectos asturianos con algunas propuestas de industrias de fuera de la región (fertilizantes, refinerías) que llevan muchos años consumiendo hidrógeno y tienen proyectos maduros para desarrollar en el corto plazo, que es una exigencia del Gobierno.

Si se piensa en los intereses generales de Asturias y de España, si el documento del Gobierno apela continuamente al carácter estratégico de las iniciativas, no se puede pretender que todo el fruto se extraiga en el corto plazo. Poner como condición la obtención rápida de beneficios es limitar la capacidad renovadora de los proyectos. Puestos a hacer consideraciones estratégicas, lo que debe dilucidar el Gobierno es si la producción de acero es un objetivo estratégico para España o estamos dispuestos a importar el 100% de nuestras necesidades de consumo y cuando el mercado de los metales, tan cambiante como una montaña rusa, marque precios máximos, se ralentice el sector de la construcción y se paralice la fabricación del sector de la automoción. Una de las amargas lecciones que deja en España la pandemia es el error que supone poner en manos de otros países la producción de todo tipo de bienes, aunque sean tan escasamente complejos como una mascarilla. El endeudamiento solidario de los 27 socios europeos no puede servir para hacer una política económica de keynesianismo barato, de gastar por gastar, que puede servir para crear empleo a corto plazo con un plan masivo de reformas en las viviendas, pero que nos deja en las mismas circunstancias de desventaja competitiva con respecto a nuestros principales socios comerciales. Los importantes proyectos que se barajan en Asturias tienen un genuino carácter transformador. En otros países lo han entendido así, basta ver los planes para el acero en Alemania, Francia, Italia o Bélgica. Por esa razón merecemos el respaldo de los fondos que gestiona el Gobierno. Ya recibimos suficientes reveses del BOE en los últimos tiempos como para que nos nieguen lo que necesitamos.