Educar en el diálogo
Geles García
Viernes, 13 de junio 2025, 02:00
En una sociedad donde la confrontación y la crispación marcan la tónica general hay iniciativas que, pese a su enorme valor educativo y social, pasan ... desapercibidas o no reciben la atención que verdaderamente merecen. Un claro ejemplo de ello ha sido la reciente celebración de la Liga de Debate de Centros Escolares.
Este evento, organizado por la Asociación Habla Gijón bajo la coordinación de David Vega, consiste en una competición educativa en la que equipos de estudiantes se enfrentan dialécticamente en torno a una pregunta o tema de actualidad. Cada equipo debe preparar argumentos a favor y en contra, sin saber de antemano qué postura defenderá en el debate. De esta forma el alumnado desarrolla competencias esenciales para la vida democrática: buscar información fiable, hablar en público, argumentar con rigor y respeto, escuchar activamente, trabajar en equipo y entender que el desacuerdo no es una amenaza, sino una oportunidad para aprender.
Los debates se desarrollan siguiendo unas reglas claras, con la presencia de un jurado que valora y evalúa tanto la solidez de los argumentos como la actitud, el respeto, la expresión oral o la capacidad de escucha.
Más allá de la competición, el objetivo central de esta actividad es formar ciudadanos y ciudadanas capaces de escuchar, entender y dialogar desde el respeto. Si no enseñamos desde la infancia a debatir practicando, ¿cómo podemos esperar que en la vida adulta se resuelvan las diferencias sin caer en la confrontación y sin bloquear cualquier posibilidad de acuerdo?
La Liga de Debate Escolar en Asturias demuestra que otra forma de educar es posible. Ojalá los nuevos responsables de la Consejería de Educación sepan reconocer el valor pedagógico, social y democrático de esta iniciativa e integrarla en todos los centros educativos. No es una actividad complementaria, sino un recurso fundamental para el desarrollo académico, para el futuro laboral y para ejercer una ciudadanía capaz de dialogar, disentir con respeto y construir consensos en una sociedad cada vez más polarizada.
Quizá así lograríamos prevenir los bochornosos espectáculos de confrontación que presenciamos a diario en la escena política, así como numerosos conflictos sociales que, con mayor capacidad de escucha y menos orgullo, podrían haber encontrado cauces de solución temprana, sin necesidad de desembocar en protestas, huelgas o manifestaciones en las calles.
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