La vuelta al Rey Pelayo
Geles García
Viernes, 21 de febrero 2025, 01:00
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Geles García
Viernes, 21 de febrero 2025, 01:00
He leído en este periódico que el regreso a las aulas en el colegio Rey Pelayo ha estado marcado por sentimientos encontrados en la comunidad ... educativa. La alegría de volver al centro de siempre se ha visto empañada por la tristeza de despedirse de nuevos amigos y por el desgaste de una espera innecesaria.
El Rey Pelayo ha sufrido dos años de incertidumbre, un período que, aunque corto en términos burocráticos, ha significado una verdadera eternidad para los afectados. Lo más indignante es que las obras se completaron en apenas cuatro meses, lo que demuestra que el problema nunca fue la complejidad de los trabajos, sino la falta de voluntad política para resolverlo. Hoy, el daño ya está hecho: más de la mitad del alumnado ha abandonado el centro, el proyecto pedagógico se ha fracturado y, lamentablemente, llevará años reconstruirlo.
Además, el cambio a mitad de curso genera un «estrés psicológico» considerable, ya que obliga a los estudiantes a adaptarse a nuevos espacios, rutinas y horarios, entre otros factores. Una vez más, las autoridades han fallado en lo que debería ser su principal responsabilidad: velar por el bienestar y la estabilidad del alumnado. También las familias y el profesorado han sufrido las consecuencias de esta deficiente gestión.
Es imposible no comparar este caso con el del colegio concertado San Vicente, donde, donde la respuesta ante un problema similar fue inmediata y sin pérdida de alumnado. La pregunta es inevitable: ¿acaso la educación pública no merece la misma urgencia que la concertada?
Ahora, las autoridades educativas se apresuran a elogiar la calidad del Rey Pelayo, como si los halagos pudieran borrar su mala gestión. No es aceptable que la Consejería de Educación actúe sin rendir cuentas. ¿Quién supervisa sus actuaciones? ¿Quién responde por los daños causados? Si se tratara de evaluar al colegio, los controles serían estrictos, pero cuando la incompetencia proviene de arriba, la culpa se diluye en trámites y disculpas.
Este abandono no es un caso aislado, otro colegio, el Miguel de Cervantes, lleva esperando poder utilizar sus instalaciones en horario extraescolar mientras la consejera y el director siguen sin actuar demostrando una total falta de interés y compromiso con la comunidad.
La educación pública merece respeto, compromiso y, sobre todo, responsabilidad. No más excusas.
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