La acción de repudiar implica un rechazo fuerte y vergonzoso respecto a una persona por su conducta amoral, antiética, ignominiosa e indigna. Es un rechazo ... tajante, claro, evidente, frontal y está asociado, sobre todo si se trata de un personaje público, con el sentimiento de que los actos de esa persona, además de ser moralmente inaceptables, son contrarios al interés público, al bien común y se encuentran en la frontera del delito. Sánchez –de quién otro podríamos hablar– es el único presidente de la historia repudiado sistemáticamente por el pueblo en todos los actos públicos en los que participa y ello a pesar de que los organizadores tratan de mantener los escenarios lo mas alejados posible de la ciudadanía.
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Por respeto a los lectores y al periódico, no voy a reproducir los epítetos que le dirigen, solo decir que el de 'me gusta la fruta' es el más liviano. La repudiación es más o menos evidente según la repercusión social del acto de que se trate. El pasado domingo, con ocasión del Día de las Fuerzas Armadas , la repudiación fue, de nuevo, evidente. El pueblo no quiere a Sánchez que se aferra al poder como su tabla de salvación porque es plenamente consciente de que en el mismo momento en que lo pierda, comenzará su calvario judicial que, por cierto, esperamos con ansiedad los españoles que defendemos la democracia, el respeto institucional, la unidad de España y la ética y la moral en el ejercicio de las funciones públicas.
El propio Sánchez es consciente del peligroso circuito por el que circula cada día por su ilegítimo medio de acceso al poder fruto de la mentira, del engaño y del incumplimiento de sus promesas electorales. Perdió, se alió con lo peor y ahora lo está pagando. Sin presupuestos, sin honor, incumpliendo la Constitución,… el fin está a la vuelta de la esquina. Es un circuito plagado de curvas, de obstáculos que dificultan llegar a la meta sano y salvo. Sus propios compañeros de partido renegarán de él cuando las dificultades sean insalvables. Y lo harán como reniegan ahora de sus colegas del Peugeot. No hay tres sin cuatro. Que quede claro que no le deseo ningún mal, únicamente espero justicia y que pague por sus desmanes.
No solo le tiene miedo al personal, sino también a la prensa. Su huida de los habituales corrillos subsiguientes al besa manos, es la mejor prueba de ello. El miedo le asaltó. ¿O quizá la vergüenza? La esposa y el hermano imputados y a un paso del banquillo, uno de sus secretarios generales en la cárcel y el otro a punto de entrar, Koldo convertido en una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento. Con este panorama, su deterioro físico no es de extrañar. ¿Quién puede dormir con estos antecedentes pesando como una losa?
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Ni Begoña ni el Fiscal General acudieron al besa manos. ¿Por vergüenza? ¿Por qué no tienen vergüenza? ¿O por sugerencias de ineludible cumplimiento?
Mientras tanto, el pendenciero oponiéndose a la supresión del peaje del Huerna.
Sánchez perdió las elecciones y perdió la vergüenza. Solo falta que pierda el poder y se someta a la justicia.
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