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Todos recordamos aquella frase del troll mayor del reino, Pablo Iglesias: «Hacer política es cabalgar contradicciones». Supongo que la vida también trata de eso, pero ... el tema no es la contradicción en sí, sino el número de ellas que puedes cabalgar a la vez sin que tu cabeza y tus circunstancias estallen. Tenemos al señor Abascal, que ahora también se emplea en la tarea de cowboy existencial. Es un señor que en el futuro será ministro de un gobierno con el señor Feijóo, es decir, la derecha y la extrema derecha amancebadas. No hay que echarse las manos a la cabeza: es el mundo que nos ha tocado. Si el PP y el PSOE quisieran nadie tendría que pasar entre las horcas caudinas, pero es lo que hay. Por otro lado, llevamos siete años aguantando a socialdemócratas (eso dicen) liados con la extrema izquierda y demás satélites tóxicos, y por lo que a mí respecta, han sido más que suficientes.
Volviendo a lo del futuro gobierno PP-Vox: a mí, como liberal, no me acaba de gustar, pero con un Sánchez que se alía sin escrúpulos hasta con terroristas que siguen sin condenar el terrorismo, hay que comulgar para expulsarle. Es impensable que este señor pueda continuar en el poder, y ya no estamos «en el mundo de ayer» de Stefan Zweig. De nuevo me voy por las ramas, al grano: Abascal y sus contradicciones. Ahora le da por ser 'trumpista' y pide que España rompa con la UE hasta cuando Meloni alumbra acuerdos con los socialistas europeos. Yo me pregunto dónde está el sentido de Estado del señor Abascal, ese interés nacional que se le supone cuando pide aranceles e imita los desvaríos que quieren proteger los intereses de ¡Estados Unidos! (por cierto, explíqueselo a los agricultores).
Desde luego, no hay por qué tener un idilio, ni siquiera besarnos en la boca: un matrimonio de conveniencia, pastoreado para gestionar la etapa post-sanchista es suficiente. Bastante trabajo va a ser remediar las fechorías que ha perpetrado el señor Castejón: coser la unidad nacional, recuperar el prestigio, el imperio de la ley, construir un entorno regulatorio favorable al crecimiento de las empresas, etc.
Del señor Abascal a mí me separan muchas cosas: la misa diaria, la ideología de género, el aborto, la eutanasia, la valoración de las autonomías, el tema de la inmigración, el proceso de integración europea, la producción de energía, la interpretación de la historia… Pero también estoy de acuerdo en otras: el freno del gasto público, el control de veleidades separatistas, el endeudamiento suicida, las financiaciones «singulares», la política lingüística, y más, mucho más.
Se trata de hablar, porque las nuevas democracias se basan en coaliciones, en pactos, en cesiones mutuas sin andar todo el día haciéndonos putaditas. ¿Qué tiene que ver Orban con los intereses españoles?, ¿qué tienen que ver Patriots for Europe, ese caballito de Troya putinesco en el corazón europeo? ¿Le preocupa a Le Pen que los chavales españoles no se sientan comprometidos con una democracia que no es capaz de darles una vivienda digna y, en el futuro, unas pensiones suficientes? La 'grandeur' ya no existe, señor Abascal, y convirtiendo Europa en un reino de taifas lo único que se logra es regalarle a Putin un tarro de vaselina (Sumar y Podemos están en esa línea), y a Marruecos más ferocidad por Ceuta y Melilla. Aparte de que regresar de Washington dando palmadas como una foca por una caricia de Trump, usted, que es descendiente de Cabeza de Vaca y Hernando de Soto, es fungir como demediado estafermo.
Las reglas del juego democrático han cambiado. El problema es que sólo están cómodos en esta democracia los pensionistas y los funcionarios, y eso a ver hasta cuándo, porque va a depender de la indexación a la inflación. La clase media está cabreada, y harta del modelo de polarización y enfrentamiento que ha explotado la izquierda. En el mundo que viene, no importa si Karla Sofía Gascón es un señor o una señora (yo creo que es una señora, porque, como decía Bibiana Fernández, yo he luchado por ser una mujer, no un trans), o si los Tercios ganaron la batalla de Gravelinas. En el mundo que viene Sánchez seguirá devorando o purgando todo lo que tiene alrededor para lograr un régimen sin alternancia, una especie de PRI sanchista. En el mundo que viene, Sánchez, en caso de ser separado del poder, se atrincherará a la espera de que la coalición PP-VOX implosione, colocando todos los obstáculos que pueda siguiendo su manual peronista.
En el mundo que viene, el señor Barbón seguirá en el día de la marmota bablista; querrán seguir blanqueando a Fernando 'Trolas' Simón; Silvia Intxaurrondo hará sus preguntas capciosas, cuando no retóricas; Zetapé comprará más chalés con oro tropical; seguirán mutualizando la deuda catalana; clamarán por un cordón sanitario para VOX, pero no para Bildu (y son los mismos que este año llevan comprados a los rusos 221 millones en gas). En el mundo que viene, España no tendrá tejido empresarial suficiente para pagar las pensiones. En el mundo que viene, quien tenga la IA más afilada podrá crear materiales nunca imaginados, al punto que la carrera por las tierras raras será historia antigua (lean el artículo que salía en 'Le Monde', 'L'intelligence artificielle révolutionne la sciencie des matériaux', y entren en pánico).
En el mundo que viene, España tiene que ser tenaz y ambiciosa y dejar de pensar sólo en los 94 millones de turistas. En el mundo que viene, hay que invertir 800.000 millones de euros en los próximos diez años para no quedarnos atrás en las transiciones digitales, crear ecosistemas para que el talento florezca (Asturias sería un lugar perfecto, a ver si hay suerte con el PCTI), minimizar la sobrerregulación, tener financiación de riesgo.
La vida es cambio, innovación, desequilibrios constantes. PP y Vox deben de arreglarse para que España pueda adaptarse, y eso no se hace con más gasto público, con más impuestos, con más deuda pública, y en eso estaremos de acuerdo. Y dejarse de complejos: lo importante es lograr que la gente tenga dinero en el bolsillo, que puedan comer pescado, comprarse una casa, y que no se olviden de una cosa: ninguna de las 100 empresas europeas más importantes fue creada durante los últimos 40 años. Hay trabajo que hacer. Y no, no me olvido de empezar por limpiar la casa: lo de Mazón da pena y dolor.
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