Las pensiones, el autoengaño y Joseph Conrad
Los políticos no quieren perder votos, así que te van a mentir y a asegurar que las pensiones están aseguradas. La verdad está en los datos: el gasto en pensiones se desboca porque en España vivimos mucho y bien
Lo peor que se puede hacer cuando tenemos un desastre encima es el autoengaño. En Francia son evidentes las consecuencias: que no puede vivir con ... el actual sistema de bienestar, no hay argent, hay que hacer reformas. Allí todo el mundo a la calle, a protestar, mientras Macron no hace más que quemar primeros ministros, pero eso no va a cambiar el problema, que será axiomático cuando los números y los inversores les pongan en su sitio. En España, otro tanto de lo mismo, y no lo digo por molestar, porque a mí me queda poco más de una década para ser pensionista, y me gustaría tener algo de metálico. Los políticos no quieren perder votos, así que te van a mentir y a asegurar que las pensiones están aseguradas. La verdad está en los datos: el gasto en pensiones se desboca porque en España vivimos mucho y bien. En términos comparativos, tenemos pensiones muy generosas. Lo que se gasta en pensiones no se puede gastar en otras cosas. Aumentar los impuestos a quienes están activos para seguir pagando las pensiones no es muy justo. Tampoco lo es que mientras bajan los sueldos de los jóvenes, suban los ingresos de los mayores.
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Aquí es cuando algunos lectores comenzarán a mascullar: este Ignacio del Valle, tan facha, otra vez haciendo cosas de fachas. Pues no, de verdad, quizás en otros artículos me pueda mi vena volteriana, o que sí, vale, que Zapatero me parece lo peor, pero hoy intento ser equilibrado, porque yo soy uno de los futuros implicados. Los alemanes han empezado a hacer reformas, y no va a ser fácil. Van a endurecer las reducciones por jubilación anticipada, vincular la edad de jubilación a la esperanza de vida, ajustar pensiones a la inflación y no a los salarios, penalizar a los receptores de ayudas que se nieguen a trabajar, etc… En Alemania, como en España, el sistema ya no se puede autofinanciar. Los economistas se lo pueden explicar mejor que un servidor, pero yo puedo resumir las líneas generales: incluso los de letras podemos hacer algunos números, sobre todo, en España.
Sánchez dice que el sistema es sostenible. Falso. Se necesitan 4 cotizantes por cada jubilado, y estamos en 2,1 (en Asturias, peor: 1 cotizante por cada jubilado). Sánchez dice que se van a revalorizar las prestaciones con el IPC, y sí, puede seguir haciéndolo, pero al coste de aumentar el déficit (ya tenemos 66.000 millones de euros), lo que nos lleva de cabeza al caso francés. Para tapar el asunto puedes tirar de impuestos y cargarte la inversión en Educación, la Sanidad o el I+D (sin dejar de aumentar la brecha generacional) y, aun así, el déficit continúa aumentando. ¿Tenemos alguna solución para detener el apocalipsis? Aquí, de nuevo, algunos lectores dirán: aquí, del Valle, tan facha, seguro que nos habla de recortes, como Rajoy. Venga, vamos a ver si aciertan.
Hay varias vías para corregir esto, con sus correspondientes mezclas y variaciones entre ellas: reducir las pensiones (con diversas modalidades); aumentar mucho los impuestos (cargándote el consumo), recortar funcionarios (más de tres millones en una administración cada vez más digitalizada, y como si no) y el gasto público, incluidas muchas prestaciones; aumentar las cotizaciones de las empresas y los trabajadores. Bien, ya están puestas todas las fichas sobre la mesa. Ahora se trata de pensar con la cabeza, no con la rémora del clientelismo político, ni con el populismo de que los bancos nos roban o que si los beneficios de las empresas en el IBEX, ni montando una pirámide de Ponzi, ni con el 'tiraquelibras' y que el marrón se lo coma el siguiente. A esto, habría que añadirle los avisos de Draghi, alias Casandra, sobre el declive europeo tanto industrial como político, así como el invierno demográfico y el tamaño de la deuda pública. El BCE europeo podrá seguir haciendo malabares, sí, pero sólo hasta que la cosa pete y los recortes haya que hacerlos no con un bisturí, sino con guadaña. Y España tiene un montón de papeletas para convertirse en otra Grecia.
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Da igual que defiendas la oficialidad, que Zapatero te parezca lo peor, que te pongas un pañuelo palestino, que seas un Cayetano, que pienses que los viajes del Imserso se han encarecido, que afirmes que hay mucho inmigrante, que consideres que hay que aumentar la presión fiscal a los multimillonarios, que te gusten los toros, o lo que se les ocurra: todos, absolutamente todos, izquierda y derecha, estamos sentados sobre una mina antitanque. La mina soporta hasta 500 kilos, pero todos los días le vamos añadiendo algunos gramos más, que empeoran con los bajos salarios, los precios de la vivienda, el nihilismo político, la fragmentación y la desmovilización, etc… Al final, la hostia cuando estalle la mina va a ser para todos, y la única manera de revertirla es sentarse a la mesa como adultos, contar las fichas y deliberar con responsabilidad. Para poder repartir una tarta tiene que haber riqueza, y para crear riqueza y que se pueda continuar redistribuyendo tienen que hacerse reformas políticas, económicas e incluso psicológicas.
En una novela que no es muy transitada de Joseph Conrad, 'Victoria', este escribió: «Verdad, trabajo, ambición, amor propio, pueden ser sólo fichas en el despreciable y lamentable juego de la vida, pero si uno las coge, su obligación es seguir el juego». Lo dicho.
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