Seis niños, ocho mujeres
Ese fue el titular que abrió los noticiarios hace unos días, imágenes dantescas completaban la información. Esa cifra era posiblemente la más baja registrada en ... un día; podían haber añadido, sin equivocarse, que cada hora muere un niño. Es sencillo adivinar que hablaban de Gaza, aunque también podrían referirse a Ucrania. En todo caso, escenarios cruentos de guerra a los que ya estamos empezando a acostumbrarnos. Nuestro silencio, nuestra pasividad, nos convierte de alguna manera en cómplices. Desde nuestro cómodo sofá lamentamos la situación convencidos de que nada podemos hacer. Como mucho, reconoceremos que el mundo está en manos de cuatro locos que lo gobiernan sin la más mínima piedad. Podemos echarle la culpa a Netanyahu, a Hamás, a Trump, a… todos los que ostentan el poder del mundo. El poder por las armas, el poder por el dinero, el poder a cualquier precio. Poco importa quien caiga, poco importa el sufrimiento de millones de seres humanos. Y también somos millones de personas las que consentimos que esto pase sin apenas inmutarnos, como mucho lamentándolo en pequeño comité. No es de recibo. Acabo de recibir el último informe de UNICEF, hasta este artículo porque probablemente ya habrá otro, con datos espeluznantes. Desde el principio de la guerra, me centro en Gaza, han muerto más de dieciocho mil niños, treinta y cinco mil aproximadamente están heridos y prácticamente un millón deambulan de un extremo al otro de la franja que es su país en busca de comida o simplemente huyendo de bombas y tiroteo. Impresentable la situación. No cabe ninguna duda de que Hamás dio el pistoletazo de salida a esta barbarie y personalmente tampoco tengo muchas dudas sobre si la propia organización criminal estará utilizando como escudos a los propios gazaties.
Pero esto no justifica que, por su parte, Israel no deje de matar. Porque, aunque algunos no quieran admitirlo, es lo que está haciendo con esa persecución inhumana. Estamos ante un genocidio sin parangón que se remonta en el tiempo muchos años atrás. Israel y Palestina reclaman un mismo territorio y los actuantes internacionales, los que deberían ayudar a finiquitar, no son capaces a ejercer la mediación que sería necesaria para acabar con esta barbarie. Nada podemos hacer los ciudadanos de a pie, lo sé. Como mucho alguna que otra manifestación, pero no permanezcamos impasibles ante este holocausto.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión