Aspirantes o candidatos

193 kilómetros nos separan de una afición que ha visto perder diez puntos de ventaja a su equipo siendo líder y, el anterior fin de semana, hicieron un recibimiento estando en la misma situación que nosotros donde parecía que ya habían ascendido. Nada tiene que ver la derrota del domingo con la entrega de nuestra afición, que se vacía cada partido. Pero allí parece que se creen capaces de todo y aquí que le tenemos miedo a la palabra ascenso. Porque sino no entiendo que es lo que nos falta para hacer inquebrantable la comunión entre la afición y el equipo. Todo a lo que aspirábamos tras nuestro regreso lo estamos viviendo y podemos estar cometiendo el error de no saber valorarlo.

Muchas veces el éxito se define en derrotas como las del domingo porque lo que diferencia a un aspirante de un candidato es la manera de afrontar el fracaso. Los primeros minutos ambos están dándole vuelta a la situación que acaban de vivir, pero horas más tarde el aspirante está pensando en cómo puede corregir los errores, qué más puede hacer para tratar de alcanzar la mejor versión de sí mismo e intenta quitarse de la cabeza los pensamientos negativos. Los candidatos se acostarán pensando en que tenían que haber actuado de otra manera, tardarán en ponerse a trabajar para corregir los fallos y un runrún se apoderará de su mente. El Real Oviedo y su afición tienen que decidir si quieren ser aspirantes o candidatos. Quedan muchos puntos en juego y, probablemente, algún que otro fracaso, pero estamos en la zona alta de la tabla y la única manera de conseguir el objetivo es obsesionarse con él y aislarse del ruido. Tenemos que ser un bloque de hormigón armado. Tenemos que ser fríos como el hielo y automáticos como un robot. La crítica siempre tiene que ser bien recibida, pero también ha de ser objetiva, por lo menos la de los nuestros. No podemos olvidar que nuestros enemigos siempre andan al acecho y se frotan las manos con nuestros tropiezos. Tenemos que ser precavidos porque hay cosas que tardan años en construirse, pero segundos en desmoronarse. El éxito solo lo alcanzaremos unidos.