Hasta el último minuto
Jaime Clemente Hevia
Lunes, 26 de mayo 2025, 12:41
Hace más de quince años que pisé por primera vez el Carlos Tartiere y que los valores de del oviedismo empezaron a formar parte de ... mi vida. Podría utilizar muchos adjetivos de esos que los coaches modernos usan en sus sesiones, pero me quedaré solamente con uno porque sé que no es una palabra vacía y para mí es el más importante. Porque si algo aprendimos los oviedistas que vivimos la etapa del barro y la posterior salvación del club fue a no rendirnos hasta que la realidad nos impida seguir creyendo que es posible. Si el club no desapareció en su momento fue porque nosotros creíamos cuando nadie más lo hacía. Y, muy poco a poco, moviendo cielo y tierra, acabamos teniendo accionistas en lugares que ni si quiera sabíamos que existían, volvimos al fútbol profesional y, por segundo año consecutivo, estamos peleando por volver a Primera. Todos los que no sentían lo mismo que nosotros nos miraban como si estuviéramos locos, pero al final de la historia parecíamos los más cuerdos.
Por eso no quiero escuchar a los cenizos que no crean que es posible que logremos el ascenso en la última jornada. Y por muy sensato que sea su planteamiento de la tercera plaza, no me importa lo más mínimo. Primero, porque me niego a bajar los brazos antes de que la vida me mire a la cara para decirme que volvemos a salir a la carretera durante dos o tres semanas y vivir de nuevo un play off. Segundo, porque no quiero tener esa mentalidad de perdedores que antes o después tendremos que quitarnos para seguir creciendo como club y como afición. Y, tercero, porque en algún momento la moneda tiene que caer a nuestro favor y no me creo que Dios haya puesto por casualidad el último partido de la temporada contra el Cádiz diez años después del ascenso.
Esta semana será una de las más largas del calendario. Ojalá pudiera modificar la velocidad del reloj para abrir los ojos y que fuera otra vez domingo, pero no tendría tanta gracia. No vamos a tener otra cosa en la cabeza que el partido, cada uno hará sus rituales y se encomendará a sus Santos. El ambiente en el estadio estará garantizado porque siempre estamos a la altura de las circunstancias y ya ha llegado el momento de que la locura se apodere de nosotros y nos haga pasar a la próxima pantalla. Sé que no estoy preparado mentalmente para este domingo, para tener la radio enganchada y saber lo que sucede en los otros partidos. Pero sin esta fe ciega, sin este amor, sin esta manera de estar en el mundo mi vida sería mucho peor y probablemente estaría incompleta. Hasta el último minuto nuestra fe debe de ser inquebrantable. Arriemos las banderas y protejamos nuestros corazones. La ciudad debe de ser azul y nuestras gargantas el grito de guerra que nos hará campeones. Las meigas harán el resto.
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