Paso a paso

Pero para mí, lo más importante del partido de ayer, además del resultado, son cada uno de los oviedistas que se montaron en un autobús o en un coche y atravesaron España para ver noventa minutos de fútbol en Almería. Hubo quienes se pasaron más de veinte horas en la carretera entre la ida y la vuelta. Todo por amor a unos colores, por cuestión de principios, por no dejar solo a un equipo que se les metió en lo más profundo de su alma y se convirtió en su mejor tesoro. Hay que valorar los sacrificios y el esfuerzo que hace esta afición porque a veces tengo la sensación de que, debido al paso del tiempo, la épica de la salvación del club ha quedado guardada en el baúl de los recuerdos y las nuevas generaciones de oviedistas no son del todo conscientes de la fuerza que tiene el escudo que animan y defienden en cada encuentro.

Hemos puesto la primera piedra de un camino en el que, como el sábado, tendremos que pelear y sufrir hasta el último minuto. Quedan noventa minutos en nuestra casa donde puede pasar de todo y pensar que la eliminatoria está más o menos sentenciada porque nos vale el empate podría ser una trampa para que se masque la tragedia. Hay que salir con el cuchillo entre los dientes y terminar un trabajo que costó sudor y lágrimas a la orilla del Mediterráneo. Sólo juntos conseguiremos pasar de ronda. Sólo juntos podremos seguir soñando.