Infancias robadas: una deuda social pendiente
Es fundamental que los gobiernos refuercen la inspección laboral, garanticen el acceso universal a la educación y promuevan empleos dignos para las familias, evitando así que la pobreza empuje a los menores al mercado laboral
Javier Campa Méndez
Secretario de Empleo e Industria de UGT Asturias
Martes, 10 de junio 2025, 21:07
El trabajo infantil sigue siendo una realidad alarmante que afecta a millones de niños en todo el mundo, privándolos de su infancia, su desarrollo y ... su dignidad. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más de 160 millones de menores se ven obligados a trabajar, muchos de ellos en condiciones extremas que ponen en riesgo su salud y su bienestar.
Desde la UGT de Asturias, denunciamos con firmeza esta situación y reivindicamos políticas laborales y educativas que erradiquen esta práctica. Es fundamental que los gobiernos refuercen la inspección laboral, garanticen el acceso universal a la educación y promuevan empleos dignos para las familias, evitando así que la pobreza empuje a los menores al mercado laboral.
Reafirmamos nuestro compromiso con la protección de la infancia y la lucha por una sociedad más justa, donde todos los niños y niñas puedan crecer, aprender y desarrollarse plenamente, libres de explotación. Además, exigimos que instituciones y empresas cumplan con normativas internacionales, como los Convenios 138 y 182 de la OIT, que prohíben y establecen medidas para erradicar el trabajo infantil.
El trabajo infantil no solo vulnera derechos fundamentales, sino que perpetúa ciclos de pobreza y desigualdad. Para los menores, implica la pérdida de su infancia, afecta su desarrollo físico y psicológico, y limita sus oportunidades educativas. Muchos niños que trabajan en condiciones peligrosas sufren graves problemas de salud y traumas emocionales, además de verse privados de su derecho a jugar y aprender.
En el ámbito laboral, la explotación infantil afecta la economía global, fomentando condiciones laborales precarias y reduciendo la calidad de la fuerza de trabajo. Por ello, es fundamental implementar leyes y políticas firmes que prohíban el trabajo infantil y garanticen la educación y el bienestar de los niños.
La lucha contra el trabajo infantil es una responsabilidad colectiva que exige políticas públicas ambiciosas y con financiación suficiente. La educación pública, gratuita y de calidad debe ser una alternativa real al trabajo infantil, acompañada de medidas específicas para proteger a menores en contextos de riesgo, como niños migrantes o en situación de pobreza extrema.
Asimismo, se necesitan leyes contundentes que obliguen a las empresas a respetar los derechos humanos y laborales en toda su cadena de suministro, dentro y fuera de nuestras fronteras. La cooperación internacional y el compromiso político son fundamentales para cumplir la meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que busca eliminar el trabajo infantil en todas sus formas.
Cada 12 de junio, Día Mundial contra el Trabajo Infantil, reafirmamos nuestro compromiso con la infancia y la dignidad laboral. Ningún menor debe verse obligado a trabajar a costa de su salud, su educación y su futuro. El trabajo infantil es una forma de esclavitud moderna. Erradicarlo no es solo una opción, es una obligación moral y legal.
Las resoluciones de la OIT son instrumentos fundamentales, pero insuficientes por sí solas. Deben complementarse con acciones concretas, voluntad política y políticas públicas integrales, con la participación activa de todos los agentes sociales.
Solo con un esfuerzo conjunto podremos construir un mundo sin trabajo infantil, donde cada niño tenga derecho a una infancia plena, libre y protegida.
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