Breve diario de una reparación: la vuelta a casa de José Barreiro y su familia
Jesús Sanjurjo
Viernes, 10 de octubre 2025, 02:00
En un ejercicio de Memoria activa, el domingo día 5 de octubre, un grupo de asturianas y asturianos en representación de la Fundación José Barreiro, ... la Federación Socialista Asturiana-PSOE, la UGT-Asturias y las Juventudes Socialistas de Asturias, nos pusimos en camino hacia Chaum, pequeño municipio en las faldas del Pirineo francés de la región de Occitania, en el departamento del Alto Garona, que tantos compatriotas españoles exiliados acogió tras la guerra y durante la dictadura franquista.
Nuestro destino era la tumba de José Barreiro García y su familia en aquella localidad. Nos movía el recuerdo de aquel socialista que en vida había sido ejemplo de solidaridad y luchador infatigable por la libertad y la justicia social en nuestra región y en nuestro país.
Iniciábamos el cumplimiento del acuerdo adoptado por el patronato de la Fundación José Barreiro de repatriar los restos del político y sindicalista a Asturias; lo hacíamos dando cumplimiento, además, al mandato de sufragar los gastos del traslado mediante una colecta popular, como muestra de agradecimiento del pueblo asturiano hacia Barreiro, el maestro de solidaridad y socialismo.
Salimos de casa con la ilusión de recuperar sus restos, a los 50 años de su muerte, para devolverlos a donde siempre debieron estar: Asturias, la tierra que él nunca olvidó en su largo exilio desde 1939 hasta 1975, el año en que allí murió y donde ha estado enterrado hasta el presente. Nos acompañaba en el viaje un halo de tristeza pensando o imaginando aquella sociedad soñada por Barreiro y tantos millones de progresistas que no pudo ser por el golpe de Estado y la guerra.
A las ocho y media de la mañana del lunes, día 6, fuimos recibidos por el alcalde de Chaum, don José Castell, y su teniente de alcalde. Tras la recepción, el alcalde caminó con nosotros hasta el cementerio. Sonriente y afable, nos hablaba de las muchas familias españolas que en aquella comunidad habían reconstruido su vida tras la guerra en España, y de su propio abuelo, también allí exiliado. Pasamos al lado de las vías que atraviesan la localidad y el alcalde nos recordó haber visto de niño «al señor Barreiro» con su maletín, camino de la estación, para coger el tren hasta Toulouse. La anécdota nos hizo recordar al Barreiro organizador y alma de la Comisión Socialista Asturiana (CSA) en aquella oficina de Toulouse en la que, para ahorrar, tenía que pernoctar Barreiro en sus desplazamientos; nos permitió recordar al hombre y la organización que sostuvieron económica y moralmente a muchos exiliados asturianos necesitados, y nos hizo recordar, cómo no, la CSA que apoyaba en España a las familias que estaban sufriendo la represión del régimen y mantenía viva la organización de la resistencia socialista a la dictadura en los años cincuenta, sesenta y setenta. Nos acompañaba el espíritu de Barreiro, el José Barreiro epicentro de la solidaridad republicana.
En el trayecto hacia el cementerio se dirigió a nosotros una vecina, la señora Carrau, viuda, de mirada intensa y viva, desde la puerta de su casa se mostró interesada por la hora en que se haría la exhumación «del señor Barreiro». Al decirle que sería inmediata, lamentó no poder asistir, porque tenía que irse con su hija en aquel momento, y nos explicó, en un español con fuerte acento francés, que su madre y Felicidad eran primas, y que ella había nacido en La Felguera, pero que llevaba viviendo en Chaum desde los años cincuenta del pasado siglo. La historia nos asaltaba y nos acompañaba en todo momento.
Ya en el cementerio, el alcalde coordinó con la funeraria francesa los trabajos para el descubrimiento y levantamiento de los restos de José Barreiro, de su esposa, Felicidad Gutiérrez, y de sus hijos, Alfaradí y Milena. Durante las horas que duraron los trabajos, los componentes de la delegación disfrutamos de un día soleado y unas vistas espectaculares de las cumbres y laderas pirenaicas, pero nuestras miradas reflejaban ante todo una emoción agridulce.
Por una parte, compartíamos una actitud de reconocimiento y agradecimiento a Barreiro, que tanto luchó e hizo por conseguir la sociedad libre y de mayor bienestar social que ahora nosotros disfrutamos. Por otra parte, en cambio, nos embargaba un sentimiento de rabia contenida por el recuerdo de quienes durante cuarenta años pisotearon el sueño de justicia social y libertad en España, y ocasionaron el sufrimiento del exilio y el desarraigo a miles y miles de personas y familias, como los Barreiro, hecho que atestiguaban tanto las palabras oídas al alcalde como las lápidas que veíamos en el cementerio, en las que se podían leer los nombres de muchos compatriotas allí enterrados.
El radiante sol, las majestuosas montañas que rodeaban el valle y la paz que se respiraba en el cementerio enmarcaron las palabras de recuerdo y gratitud que desde la Fundación pronunciamos en el acto que cerró los trabajos de exhumación, amplificándolas y elevándolas por encima de la medianía y los rencores más rastreros que habían arrojado al exilio a nuestros compatriotas en la guerra y en la posguerra.
El coche fúnebre viajará a Asturias con los humildes féretros, y volarán a nuestra tierra la denuncia de la intolerancia que durante tantos años abrasó las de libertad, justicia y solidaridad, pronunciadas y defendidas por Barreiro, y por los socialistas y progresistas españoles.
Con ánimo renovado, retomamos aquellas palabras al emprender nuestra vuelta a Asturias tras la exhumación. Debemos y queremos conservar y difundir aquellas palabras y mensajes con el trabajo de la Fundación. Queremos mantener viva la llama de progreso y bienestar en nuestra tierra que Barreiro y sus compañeros defendieron y nos legaron. Animamos a participar en el proyecto a todas las personas progresistas que consideren que es posible conseguir una sociedad más libre, justa y solidaria.
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