Chapuza universal
Está visto que Francia ya no es lo que era, ni siquiera la mitad. Según encuestas fiables, la extrema derecha del FN ganará, si las cosas siguen así, por una mayoría aplastante en 2027. A lo peor se acaba la 'liberté, égalité y fraternité'
Benjamín Franklin dijo en su tiempo –en razón de la aportación a la historia y por los favores recibidos– que todo hombre tenía dos patrias: ... la suya y Francia. Habría que ver lo que opinaba el inventor y político americano si levantara la cabeza y viera un país con un expresidente que entra en prisión, y que no es capaz de evitar que los ladrones roben por enésima vez en su principal museo. Y para colmo, según encuestas fiables y aceptadas por un periódico que se dice independiente como 'Le Monde', la extrema derecha del FN ganará, si las cosas siguen así, por una mayoría aplastante en 2027. Ya lo decía Manuel Alexandre, que hacía de fontanero en la película 'Tamaño natural' de Berlanga, rodada en Francia: «En España se hacen chapuzas, pero anda que aquí…».
La chapuza de la falta de seguridad en el Louvre, primer museo de Francia y uno de los más importantes del mundo, llega acompañada en las fechas con la desaparición de un 'Picasso' de gran valor que iba desde Madrid camino de Granada. Según deducen, el robo del Louvre tuvo que haber sido obra de una banda bien organizada, pero hay otros robos que se deben a vulgares rateros, y hasta desequilibrados, como ocurrió con el 'Códice Calixtino' de la catedral de Santiago. O aquel que sustrajo las piedras de la Cruz de la Victoria en la Cámara Santa de Oviedo. A este último Francisco Carantoña lo denominaba 'el descerebrado de las Rías Baixas', de acuerdo a su procedencia.
Está visto que Francia ya no es lo que era, ni siquiera la mitad. Las dos veces que estuve en el Louvre fue hace ya 60 años, y la 'Gioconda', que había sido también robada y en otra ocasión acuchillada, estaba separada de los visitantes por una simple maroma roja. Si la pobre mujer supiera el desinterés de los que la cuidan, en vez de proseguir con su eterna y enigmática sonrisa se echaría a llorar.
Para suerte mía y de mi compañero, que recogíamos manzanas en Coully-Saint-Germain, teníamos allí cerca, en las otillas del Marne, la casa de retiro de los artistas líricos y dramáticos franceses. Era un antiguo convento expropiado en 1792 en Pont-aux-Dames, en medio de unos jardines que cuidaban los artistas jubilados. A la puerta, un busto de Jean Coquelin, el famoso actor al que se le debía la puesta en marcha de aquella 'maison de retraite'. En la planta superior del edificio estaba el Museo del Teatro, y como les llevábamos bolsas de manzanas a aquellas mujeres de mejillas pintadas de colorete, que seguramente algunas eran de las que alzaban la pierna en el el can-can del Moulin Rouge, nos dejaban recorrer el museo a Juan Otero y a mí sin que nadie vigilara. Allí me ventilé con los abanicos de Sarah Bernhardt; blandí la espada con la que Gerard Philippe interpretaba 'El Cid', de Corneille y toqué las castañuelas de La Argentinita, una artista muy admirada en Francia. Lo que no encontré fue la flauta de un tal Pujol, artista singular de la 'belle epoque' que soplaba introduciendo una cánula en el ano para tocar melodías clásicas, como 'Claro de luna' de Debussy. Siempre cerraba su actuación interpretando 'La Marsellesa'.
Seguro que en aquellos tiempos de la bohemia parisina también había malhechores, pero al menos eran más divertidos. Ahora encarcelan a los que fueron presidentes de la República y no respetan las joyas de Napoleón. A lo peor en 2027 se acaba la 'liberté, égalité y fraternité'.
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