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Colaterales

A mi amigo lo reclamó un pariente lejano en Venezuela. Marchó un día como otro cualquiera de amanecida, con la maleta y sin despedirse. Supongo que con todas las nostalgias a cuestas

Domingo, 19 de octubre 2025, 00:00

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Cuando el futuro ya cuelga de las espaladas se vuelve la vista atrás para ver esa senda por donde no se volverá a pasar, como ... dijo el poeta. En aquella aldea perdida, olvidada en los mapas porque solo eran y siguen siendo cuatro casas, mi colega y yo íbamos a la escuela al atardecer para regresar de noche, porque de día ya nos sacaban el jugo cuidando el ganado para que no entrara en los prados ajenos. Hacíamos una labor de perro de pastoreo, pero con una guiada en la mano. Don Nicolás accedía a aquella prolongación de clases por unas pesetillas, y hogazas y empanadas salidas del horno. Así que, con dos antorchas para el regreso, hechas con paja de centeno, y calzados de escarpinos y madreñas, nos dirigíamos a la otra aldea donde estaba la escuelina, escasos de vestimenta y calzado. A mi colega siempre le advertían al salir de casa:

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