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Sin humor, sin esperanza

Los Morancos tendrán acomodo seguramente en esos programas a los que no sé si denominan de entretenimiento o culturales, que han pergeñado ahora en la televisión que pagamos entre todos

Domingo, 11 de mayo 2025, 02:00

Contaba el maestro Manuel Alcántara, columnista de EL COMERCIO hasta poco antes de morirse, que en las plaza de toros de Valencia una señora le ... había pedido un bolígrafo prestado a un señor con el que se topó, que era Severo Ochoa, para que le pudieran firmar un autógrafo los Morancos. La anécdota pudo ser cierta o no, pero la relación de nuestro premio Nobel con Valencia es manifiesta, porque allí fue a parar gran parte de su legado, y seguramente ocurrió lo más digno, puesto que en Asturias ni siquiera se encargaron de un entierro presentable ni de cuidar su tumba, abandonada y llena de moho durante un tiempo en el cementerio de Luarca. En cuanto a los Morancos es natural que estuvieran en Valencia o en cualquier ciudad en fiestas. El esperpento, sustituto del humor, se vende bien hoy día en cualquier ciudad en ferias, pero resulta vulgar y sin gracia si no lo maneja un genio como Valle Inclán. A mí los Morancos me hacen tanta gracia como la que debían hacerle a Manolo Alcántara, y como duran y perduran tendrán acomodo seguramente en esos programas a los que no sé si denominan de entretenimiento o culturales, que han pergeñado ahora en la televisión que pagamos entre todos. Los nuevos reyes de Televisión Española, que ellos, ellas y elles se lo guisan, se lo comen y lo defecan por las ondas. Para los que los acompañan con su gusto infame.

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