Calor de récord
Por efecto del calor y de la extracción abusiva de aguas subterráneas, México se ha hundido 10 metros en 20 años
En Josué, 10, del libro de mitología hebrea, se documenta un episodio muy chusco. El israelí Josué, sucesor de Moisés y jefe de la tropa, ... una especie de Netanyahu de la época, ve que la noche se le echa encima y que por ello sus tropas no podrán dar matarile a los amorreos, ocupantes por entonces del Canaán que recuerda a los actuales gazatíes. Para remediar la cosa, Josué se dirige a Yavé y le ruega que pare el Sol, 'Párate, Sol, en Gabaón', y Yavé no solo lo para, sino que además detiene a la Luna.
Aunque la verdad es que el Sol nunca se para. Y menos mal, pues es fuente de vida con luz de fotosíntesis, que si no lo impidiera la atmósfera, la temperatura de la Tierra sería de unos gélidos menos dieciocho grados. Lo malo es que a veces el Sol abusa, pues él solito contiene en forma de fuego el 99% de la masa de todo el sistema solar, y a menudo eyecta estridentes llamaradas térmicas y magnéticas que ponen a bailar el pericote a lo terráqueo y a su magnetosfera.
Tales eructos solares son raros y escasos, pero le convierten en un ocasional asesino térmico. Sepan que la temperatura exterior máxima tolerable por el cuerpo humano oscila entre 41º C y 43º C. La temperatura más alta registrada en nuestro planeta es de 58º C, y se registró en Libia en 1922. Y la que con más frecuencia aparece en prensa es la de 56'7º C del californiano Valle de la Muerte, un topónimo que ya lo deja claro. Y como el hombre ha modificado el clima terrenal con sus contaminaciones, eso ha permitido al Sol adueñarse de la maquinaria meteorológica y aprovechar el efecto invernadero para asar al prójimo.
De momento está fundiendo los hielos, lo cual amenaza con inundar y hacer desaparecer del mapa a varios países como son Tuvalu, Maldivas, Kiribati, Tonga, Vanuatu. También provoca sequías extremas por el calor, y aquí cabe una curiosa anécdota, y es la de la ciudad de México, ciudad asentada sobre el lago Texcoco y la antigua Tenochtitlán.
Por efecto del calor y de la extracción abusiva de aguas subterráneas, hoy México se hunde a razón de 50 centímetros por año, 10 metros en los últimos 20 años. Y ese es un dato que deberían conocer los que esperan la inminente ola de calor veraniega para maquillarse de moreno, ola que algún otro espera para convocar concurso de huevos fritos en el asfalto. O para encender los acondicionadores de aire, esos aparatos que echan fuera mucho más calor que el frío que meten dentro. Lo que deja claro que el ser humano o se está volviendo ciego, o suicida, o no sabe cómo se las gasta el dios Ra, el Sol.
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