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La historia certifica que cualquier hombre puede convertirse en un lobo para otros hombres, y basta con que uno como tú o como yo desprecie ... a algún prójimo diferente con asco y desdén altivo. Ese uno, si toca poder, intentará aprovecharse de otros terceros menos lobunos para dejar clarito que en economía y vida los lobos no tienen corazón. Mira Fernando I e Isabel I. Muy católicos, sí, pero en 1492 y sin asomo de mala conciencia, expulsaron de Sefarad, España, a miles de judíos que aun resistían por aquí tras las matanzas que a menudo los locales les infligían por, entre otras cosas, haber crucificado a su dios.
Tan inhumano comportamiento, llamémosle hitleriano, es el mismo que en 1749 guió al Marqués de la Ensenada, ministro de Fernando VI, a capturar y a arrestar a todos los gitanos españoles para extinguirlos de inmediato sin más. A ese acto criminal, genocida y bestial la historia lo denomina 'La Gran Redada', una barbaridad que costó muchas vidas y libertades de inocentes. Como también ocurrió con un tradicional y canallesco tráfico de carne humana, la compraventa de esclavos organizada por mercaderes caníbales que iban de cacería a África para proveer a las plantaciones americanas de mano de obra gratuita. La caza del africano, abolida en España en el siglo XIX, es la demostración clara de que los superhombres nunca reconocerán humanidad en los que califican como infrahombres, que lobo hambriento, lobo que mata.
Recuerden que los cruzados que viajaban a liberar Tierra Santa alardeaban de que, tras alguna matanza, la sangre de los sarracenos les llegaba por las rodillas. Ya lo decía Hitler, aquí sobran feos, discapacitados, inútiles e inservibles que incumplan el patrón racial del ario puro. Por eso, además de asar judíos, Hitler desarrolló un plan alternativo para aniquilar a los sobrantes sociales, un proyecto eutanásico que llamó Programa T-4, y que en los años cuarenta, mediante gas, inyección, inanición o enfermedad desatendida, permitió exterminar a miles de estorbos que no eran hombres porque no eran nada.
Y hablando de limpieza étnica, recordar la usada por el camarada Stalin para librarse de elementos hostiles con deportaciones masivas de cosacos, armenios, kurdos, tártaros, chechenos, ingusetios, expulsiones que sembraron Rusia de cadáveres porque se practicaban con el mismo modelo que ahora usa Netanyahu con los gazatíes. Así que a partir de ahora, vigilen el rumbo que toman esos nuevos arreadores de 'trumpazos' que asoman ya por el horizonte. A ver…
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