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El apagón del pasado lunes tiene apariencia de anécdota, al fin y al cabo, se podría analizar como un simulacro de supervivencia, consistente en ver ... cómo se las arreglan 49 millones de habitantes para no sucumbir privados de energía eléctrica durante ocho o diez horas. Aunque la experiencia fue mucho más breve y ligera que la de la pandemia, también creó un sinfín de situaciones atípicas que se recordarán durante algún tiempo.
Por debajo de esa visión superficial, el apagón desvela problemas graves que quedaron a la vista de todos con el fallo en la red eléctrica. Que se centre la atención en esos problemas o se disperse el debate inventando falsos antagonismos entre input energéticos buenos y malos o el torticero comportamiento de los operadores privados dependerá en gran parte del Gobierno y la oposición, sin descartar el protagonismo de la opinión pública.
De forma inesperada ha quedado colocado en el centro del debate el modelo energético patrocinado por la exvicepresidenta del Gobierno y actual vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera. Mientras Pedro Sánchez anuncia una investigación rigurosa para conocer a los culpables del apagón, los expertos convergen en elementos clave: la descompensación vino por la energía voltaica, cuyo 'pico' coincidió con el apagón; la presencia masiva de energías renovables constituye objetivamente un riesgo, mientras no se cuente con herramientas de almacenamiento que dan mayor margen al gestor.
Una primera oscilación en la red hizo que se activaran los mecanismos de protección de la energía solar y se desconectaran en cadena; una vez perdidos 10.000 megavatios solares, descompensada la red, se desconectaron automáticamente las centrales nucleares. Los expertos señalan que para evitar percances hay que introducir un pequeño porcentaje de energías convencionales (hidráulica, nuclear, centrales de ciclo combinado) en la cantidad mínima de electricidad que se necesita para que la red funcione. En definitiva, nadie enmienda la transición hacia un sistema 100% renovable, pero es preciso introducir correcciones y rediseñar los plazos.
Dudo mucho que el Gobierno de Pedro Sánchez entre en ese debate, porque no deja de ser una crítica a su actuación, pero es necesario. En el año 2022, en tres ocasiones distintas Pedro Sánchez afirmó que jamás habría un apagón en España, pero lo hubo. Hay que olvidarse de las menudencias en el Congreso de los Diputados e ir a cuestiones clave, como es el mix energético.
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