Concertada, mayoría de edad

Sin ánimo de ofender a nadie, siempre vi a la red concertada como una segunda red pública, porque los usuarios son los mismos, la financiación procede de la misma caja, y la capacidad del Principado para tomar decisiones (ratios, apoyos, horarios) es idéntica. La única diferencia visible está en que en una red los que trabajan son funcionarios y en la otra hay profesores contratados que no pasaron por ninguna oposición, como ocurre en todo el ámbito del sector privado. Hace muchos años le dije a un consejero de Educación, experto en explicar las diferencias sociológicas que hay entre la concertada y la pública, que estaba en su mano llevar en un autobús a niños de Tremañes al Codema o al colegio de la Inmaculada, que los recibirían encantados. Lo único que separa a las redes son los prejuicios ideológicos.

Eva Ledo asistió, por primera vez, a la comisión de educación en el Parlamento. Para empezar, el portavoz de Vox, Javier Jové, le espetó: ¿Va a continuar discriminando a la educación concertada? La típica pregunta que lleva incorporada la respuesta: «no considero que esté discriminada la educación concertada; discriminación es otra cosa». A continuación, afirmó que ya tiene un calendario de trabajo para negociar con los sindicatos y que en el pasado reciente se dieron pasos importantes, como la rebaja de la ratio a 23 alumnos por aula o el aumento de la ratio de profesores en Infantil.

Ya quedó dicho que la red concertada está lastrada por consideraciones ideológicas, así que para llegar a acuerdos que supongan una mejora lo más acertado es sacar a la concertada del carril de los prejuicios y negociar desde el pragmatismo. Si entramos en consideraciones materiales, después de los trabajadores de esta red, el que más gana con la existencia de la concertada es el Principado, al que le resulta mucho más barata que la pública. Ahorran un 50% del coste en cada plaza. Hay 30.000 alumnos, más de 2.000 profesores y miles de familias que demandan un trato más equitativo.