Escándalo mayúsculo
La opinión pública está acostumbrada a digerir los escándalos de corrupción de la clase política. Los casos de corrupción en España, y en el resto ... de países, casi siempre están ligados al Gobierno, al partido del Gobierno y estructuras aledañas. Sólo el que tiene el poder y una gran cantidad de recursos a su disposición puede utilizar el cargo público para enriquecerse. En ocasiones, la naturaleza de las operaciones y las personalidades implicadas hacen que el escándalo alcance dimensiones mayúsculas.
Eso ocurrió ayer con el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil sobre posibles trampas en adjudicaciones de obras públicas a cambio de dinero. Según la UCO, hay por lo menos nueve contrataciones amañadas por el grupo de José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Koldo García.
Los dos primeros fueron secretarios de organización del PSOE (Cerdán hasta ayer), ocupando el número tres en la jerarquía del partido, sólo por detrás de Pedro Sánchez y de María Jesús Montero.
La UCO basa su informe en grabaciones realizadas por Koldo García de conversaciones con sus compinches. En ellas se oye el nombre de empresas y el dinero que se reparten o que aspiran a recibir de las empresas que ganaron torticeramente las adjudicaciones.
Cuando Santos Cerdán se sentó en el escaño del Congreso de los Diputados, los grupos del centro-derecha empezaron a gritar, «dimisión», «dimisión», «dimisión». Tras la serie de escándalos protagonizados por Víctor de Aldama, Leire Díez, Javier Pérez Dolset, etcétera, las cintas de Koldo García, poniendo al secretario de organización del PSOE en el centro de la trama, fue la gota que desbordó el vaso. El Gobierno y el PSOE se pusieron en modo emergencia y Pedro Sánchez, que llevaba seis semanas esquivando micrófonos y cámaras, se puso debajo de los focos para «pedir perdón a la ciudadanía». En sus palabras no hubo ni asomo de reconocimiento de culpa ni asumió una pizca de responsabilidad en lo ocurrido, aunque Cerdán era su principal colaborador, el hombre de las conversaciones secretas con Puigdemont en Suiza, el 'apparatchik' que le amañó las primarias socialistas que ganó a Eduardo Madina y Pérez Tapias. Su hombre de confianza.
La idea de que el partido es una organización impoluta, menos cuatro sinvergüenzas que dañan a todos es irreal. Ábalos y Cerdán eran el largo brazo de Sánchez. Con Cerdán no estamos ante un caso particular de golfería, porque forma parte de un grupo que se movía con salvoconducto en la Administración.
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