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En un trabajo realizado por Álvaro Muñiz-Fernández, profesor de la Universidad de Oviedo, sobre la evolución de la población en la región, prevé que ... dentro de quince años habrá 40.000 habitantes menos. La media de descenso anual será de 2.700 habitantes. El declive demográfico tiene como elemento central la baja tasa de fecundidad que está en 0,94 hijos por mujer, muy alejada de la tasa de reemplazo (2,1). La pérdida de población es superior a la que tendrán las regiones que nos rodean. En Asturias habrá un decrecimiento del 4,1%, mientras en Lugo se prevé que sea del 1,28%, en León del 1,24% y en Cantabria del 1,14%. Para el año 2040 el estudio dibuja una región de 967.000 habitantes y una España con cinco millones más que en el presente.
En lo que va de siglo nos hemos acostumbrado a ver cómo los distintos estudios demográficos sitúan a Asturias en caída libre. El noroeste es el territorio enfermo, y dentro de la gravedad, la de Asturias es la más acusada, aunque a veces nos acompaña Zamora, otras veces Lugo, etc. Las razones siempre son las mismas, la baja tasa de natalidad, la diáspora de los jóvenes, el envejecimiento creciente o la escasa capacidad para atraer inmigrantes. En los últimos cinco o seis años se creó un estado de opinión sobre el declive demográfico, llegando a ser considerado como el principal problema de la región. Tomar conciencia de la situación es el primer paso para poder resolver los problemas. Durante el mandato de Javier Fernández se hizo un estudio sobre las causas del fenómeno y los remedios para paliarlo. Se aprobó en el Parlamento y se archivó en una estantería (la estantería ahora es un archivo en el ordenador). Adrián Barbón encaró el problema con energía, aunque en su entorno siempre hubo un error conceptual, al confundir el declive demográfico con la despoblación en el medio rural, que no pasa de ser una parte del declive. Barbón aprobó subvenciones para elevar la población, sobre todo en el mundo rural y nunca se supo cuál fue el resultado de esas ayudas. Imagino que peor del esperado.
En medio del pesimismo hace algo más de dos años surgió una novedad inesperada, la llegada de inmigrantes, cuando ya estábamos rasgándonos las vestiduras porque Asturias estaba por debajo del millón de habitante. Nunca cruzamos esa frontera. En el presente hay 1.014.000 asturianos y subiendo. La senda creciente de empleo engorda a todas las comunidades autónomas; no somos una excepción. Puede que sea un fenómeno pasajero, pero evitó la depresión colectiva.
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