Asturias ya ha tragado demasiado
Apocos coge ya por sorpresa la locuacidad del ministro Puente, siempre entre la provocación y la sobreactuación. Pero sus últimas declaraciones sobre el peaje del ... Huerna, ironizando sobre las pretéritas preferencias electorales de los asturianos, rozan lo alucinógeno, y como muestra de la falta de tino del ministro más dicharachero tenemos la hemeroteca. El proyecto del Huerna se adjudicó en 1975; su construcción se inició en 1976; se abrió al tráfico en 1983, y su finalización no se completó hasta 1997, cuando se inaugura el desdoblamiento del túnel del Negrón. Teniendo en cuenta que el proyecto fue contemplado desde su gestación como una autopista de peaje, el ministro Puente es tan culpable del mantenimiento de éste como en su día lo pueden haber sido Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González, Aznar / Cascos, ZP o Rajoy. Pero en el caso del ejecutivo de Sánchez y del actual ministro de Transportes tenemos dos diferencias sustanciales: ninguno de los anteriores gobiernos usó el peaje como prebenda política con la que rapiñar votos de investidura, y ninguno de esos gobiernos había recibido un dictamen de la Unión Europea declarando ilegal el peaje del Huerna.
Que el ministro no se haga el despistado ni nos tome por tontos. Desde el momento que los peajes se mantienen o se bonifican en función de intereses estrictamente políticos (la delegada del gobierno dixit), y con un dictamen de ilegalidad de la UE sobre la mesa, es lógico que los asturianos hayan pasado de ver el peaje como una molestia cara a percibirlo como un agravio intolerable. Son los propios antecedentes los que hacen que el meollo de este asunto se sitúe más allá de su contexto económico o presupuestario para convertirse en una cuestión de JUSTICIA, con mayúsculas. Especialmente si tenemos en cuenta que el peaje del Huerna es sólo una más de entre las muchas cuentas pendientes que la administración central tiene con Asturias. A estas alturas, y tras décadas de ninguneo, era inevitable que antes o después se amalgamara un consenso como el que la sociedad asturiana ha exhibido en la movilización de este viernes. De hecho, lo sorprendente es que no se haya llegado aquí antes, y las últimas declaraciones del ministro Puente no pueden conducir ni al desánimo ni a la claudicación, sino a encontrar una razón más para seguir en la calle y dejar claro que Asturias ya ha tragado demasiado.
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