Llegamos al verano con la economía asturiana mostrando varios datos macroeconómicos positivos. Sin ir más lejos, los datos de creación de empleo sitúan a Asturias ... a la cabeza del país en julio, con una caída del paro del 2,6% frente al 0,06% que presenta el conjunto de España. Unas cifras que incitan al optimismo más allá de la estacionalidad, si tenemos en cuenta que el Principado acumula 52 meses consecutivos de descenso del número de parados. Los datos de renta media de los hogares son también muy positivos, al pasar de 28.284 euros en 2020 a 35.784 en 2024, un alza del 26,51% (datos del INE).
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Ante estas cifras, no es de extrañar que el presidente Barbón quiera transmitir un mensaje optimista, hablando de cambio de ciclo y de un renacimiento de Asturias. Pero si los datos económicos ofrecen al Gobierno regional un valioso balón de oxígeno frente al empantanamiento político, también conviene recordar que las cifras, por sí mismas, aportan poca información si no se tiene en cuenta su contexto. Así, por mucho que la renta media de los hogares asturianos se haya incrementado un 26,51% en 5 años, la cruda realidad es que ésta sigue estando por debajo de la media nacional de 36.996 euros. Y si echamos la vista atrás, en el largo plazo vemos que Asturias, lejos de converger con el resto de España, viene sufriendo desde mediados de los años 70 del siglo XX un imparable proceso de empobrecimiento. A este respecto, no está de más recordar el informe publicado por Fedea en 2022 (Series largas de agregados económicos y demográficos de las regiones españolas 1978-2022) donde se pone de manifiesto que Asturias es la comunidad autónoma que presenta un crecimiento económico más bajo. Entre 1978 y 2022, el PIB asturiano acumuló un crecimiento del 69,3% frente al 230,2% de Murcia, la comunidad que más ha crecido en el mismo periodo.
De todo lo anterior se obtiene una imagen nítida: sí, es cierto que las constantes vitales económicas de Asturias presentan signos de mejora, pero en el conjunto del país, Asturias sigue estando a la cola como una de las regiones menos dinámicas, más pobres y envejecidas, y que presenta uno de los entornos menos favorables para el emprendimiento y la creación de riqueza. Y pese a que los números muestran un crecimiento sustancial de la renta de los hogares asturianos en los últimos 5 años, los datos de consumo apuntan inequívocamente a que ese incremento no ha beneficiado a todos los asturianos por igual. Como indicio de ello, los datos de ventas de vehículos en la región publicados a finales de julio por Ganvam y Faconauto. Aunque el número de vehículos vendidos en Asturias en lo que va de año ronda los 31.200, 23.310 corresponden a vehículos usados. No creo que se deba a que los asturianos sean celosos practicantes de la economía circular, sino más bien a que sufren de una mermada capacidad de consumo y crédito.
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