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Cuesta recordar una opa tan polémica como la anunciada por el BBVA, cuando su directiva hacía público su interés por hacerse con el control total ... del Banco Sabadell Herrero. Pero, polémicas aparte, hay tres factores esenciales que deberían tenerse en cuenta a la hora de hacer un análisis objetivo de este movimiento estratégico. Uno, ¿qué piensa el mercado? Dos, ¿qué piensa el regulador? Y tres, ¿en qué contexto se materializaría la operación? En cuanto a la primera cuestión, las expectativas no pueden ser más positivas. El valor de las acciones de BBVA ha pasado de 10,18€ hace un año a 14,43€ (un avance del 41,75%), mientras que las del Sabadell Herrero han pasado 1,85€ a 2,65€ (una ganancia del 43,24%). Es evidente que el mercado interpreta que la operación aporta valor, al menos en principio.
Respecto al regulador, aunque La Comisión Nacional de Los Mercados y La Competencia (CNMC) autorizaba el pasado 30 de abril la segunda fase del proceso de concentración, el visto bueno viene relativizado por una preocupación que su informe subraya con claridad, al detectar «riesgos en los mercados de banca minorista (…) así como en mercados de medios de pago». También es cierto que la CNMC reconoce en su informe que BBVA había presentado unos compromisos que permiten autorizar la operación, pero habría que ver hasta qué punto dichos compromisos (especialmente el mantenimiento de presencia física en determinados territorios y el mantenimiento de condiciones comerciales en los códigos postales afectados) pueden ser mantenidos en el largo plazo.
Y, en lo referente al contexto, éste viene marcado por el Informe Draghi y la intención de la Comisión Europea de aumentar la autonomía estratégica y la integración financiera de la UE. Si echamos un vistazo a la lista de los mayores bancos del mundo, vemos que el tamaño de los europeos no se corresponde con el peso global del PIB del bloque. Mientras el banco chino ICBC cuenta con 5.700 millones de dólares en activos, y el norteamericano JP Morgan Chase con 3.700 millones, BNP Paribas ocupa la primera posición entre los bancos europeos con 2.900 millones. En España, los activos del Santander suman 1.900 millones, y la posible unión BBVA-Sabadell Herrero sumaría 1.030 millones. De todo lo anterior, se deduce que la opa planteada por BBVA llega en un momento crucial y anticipa algunas de las patatas calientes con las que, tanto España como Europa, tendrán que lidiar en los próximos años. Porque si la UE siempre ha hecho de la defensa de los consumidores una de sus principales razones de ser, el momento geopolítico que vivimos apunta a que este principio va a tener que ser relativizado en pos de avanzar hacia una integración financiera, que permita contar con bancos más grandes, más capitalizados y competitivos frente a sus rivales globales, tanto chinos como norteamericanos. Ante esta realidad, el Gobierno de España debe dejar de parapetarse tras una supuesta 'consulta popular', coger el toro por los cuernos y asumir su responsabilidad ante los ciudadanos y ante Europa, porque la realidad del mundo en que vivimos hace de esta opa mucho más que un simple proceso de integración bancaria a nivel nacional.
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