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La dimisión de dos consejeras en menos de un mes, el estallido de la crisis provocada por la huelga de los docentes y las advertencias ... de posibles movilizaciones en otros servicios públicos, son indicios que incitan a pensar que la segunda legislatura de Adrián Barbón al frente del gobierno autonómico está amortizada. Y lo cierto es que, en lo relativo a los grandes objetivos que el propio Barbón señaló como esenciales al inicio de este mandato –reforma de la administración, reducción de la burocracia y reindustrialización–, se puede incluso decir que la legislatura nació muerta, asfixiada por el querer y no poder impuesto por unos socios de coalición que, no nos engañemos, nunca han situado estos asuntos entre sus prioridades.

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