Justo reconocimiento
La decisión de dar el nombre de esa avenida tan estratégica de Gijón a José Manuel Palacio, primer alcalde de la democracia, honra a un hombre íntegro y sencillo, con considerables logros al frente del Ayuntamiento entre 1979 y 1987
Al volver este verano a Gijón para las deseadas vacaciones estivales en nuestra ciudad, me he encontrado con la grata sorpresa de que la avenida ... de Juan Carlos I había cambiado de nombre y ahora llevaba el del primer alcalde de la democracia en Gijón, José Manuel Palacio Álvarez.
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Mi alegría iba mucho más allá de la motivación política lógica, tras la eclosión de noticias nefastas sobre la trayectoria personal del rey emérito. No, me ha confortado más aun que se haya optado por honrar a una persona íntegra y sencilla, lo que no le resta un ápice de relevancia a su figura política ni a los logros considerables de su gestión al frente del ayuntamiento entre 1979 y 1987.
Era un empleado de banca modesto, que accedió a la corporación gijonesas a través del tercio sindical, todavía en el ayuntamiento franquista, durante ocho años antes del cambio democrático, lo que le permite adquirir una experiencia muy grande de la vida municipal.
Él siempre confesaba a quienes le conocíamos bien que no se sentía capaz de trabajar en la clandestinidad. Por ello, usaba las demás opciones posibles para poder ser útil a la ciudadanía. Una formula muy limitada entonces, pero expresada con sinceridad y coherencia, algo poco habitual. Pero en cambio, su interés por la cosa pública fue permanente, estando presente en la vida institucional y, a la vez, en contacto con las corrientes alternativas, formándose además a fondo para contar con mayores recursos hacia al futuro.
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Así, coincidimos como estudiantes de nocturno en la facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo. Y no solamente como compañeros de pupitre, sino también como compañeros de viaje entre Gijón y Oviedo en diferentes medios de transporte, en muchos casos con otros compañeros de curso, que nos acogían en su coche. Fue siempre un colega afable y servicial, aportando una sensatez singular, que le hacía respetable y muy bien valorado por nuestro grupo de universitarios.
Y al fin nos fuimos acercando a la transición democrática y a las primeras elecciones generales, donde salió elegido como diputado socialista por Asturias, al ocupar el número 3 de la lista del PSOE, encabezada por Luis Gómez Llorente, en aquel histórico 15 de Junio de 1977.
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El 3 de Abril de 1979, como cabeza de lista municipal del PSOE, ganó las elecciones en Gijón y fue elegido alcalde. Fue, por tanto, protagonista en nuestra ciudad de aquellos acuerdos municipales de la izquierda, que supusieron la primera experiencia de unidad de las fuerzas progresista que tanto contribuyó al cambio real de nuestro país en un momento decisivo para la consolidación democrática.
José Manuel Palacio, como alcalde, fue una persona cercana a las necesidades de la gente y muy seria a la hora de enfocar los cambios viables, sin que ello implicara falta de iniciativa para afrontar los nuevos proyectos.
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La evaluación de sus ocho años de alcaldía tendrá diferentes matices según la perspectiva de cada cual, pero creo que en conjunto ha sido muy positiva y que fue la puesta en marcha de un verdadero giro transformador en la vida pública asturiana. Algo que ampliaron y completaron sus sucesores, dicho sin ningún triunfalismo ni conformismo con la realidad siempre mejorable de nuestras ciudades, pero incomparable respecto al pasado centralista y de dejación social.
Guardo muchos recuerdos de su etapa como alcalde, pues mantuvo conmigo siempre una actitud de permanente sintonía y cooperación. Dio una conferencia a propuesta mía en la sede de la ONCE, donde hizo gala publica de nuestra amistad. Facilito mis actividades radiofónicas en las que, por mi parte, intentaba poner en valor la nueva política municipal. Pisó, bajo la lluvia, la calle embarrada sin asfaltar donde yo vivía en La Calzada, para luego enviar a los servicios municipales a paliar en lo posible la situación...
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En general, pienso que fue un gestor honesto, solvente y sensible, que contribuyó a que la ciudadanía gijonesa percibiera de otra forma el trabajo de los políticos y un sentido unitario de la ciudad, frente a la vieja fractura entre el centro y los barrios.
Por todo ello me agrada sobremanera la decisión de dar el nombre de esta avenida tan estratégica de la población al primer alcalde democrático. Es indudable que ha habido personas muy competentes al frente del Ayuntamiento, más mediáticas que Palacio, pero quizás por eso es más valorable aún que se le haya elegido a él para este reconocimiento.
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Me alegra mucho también que la agrupación del PSOE gijonés haya celebrado el 17 de julio pasado un acto en su honor, para que no se olvide a quien representó en su mandato, expresión a la que se ha unido igualmente IU, puesto que entonces el PCE fue un colaborador necesario en aquel cambio.
Las discrepancias posteriores con su partido de origen en nada reducen el valor de lo actuado, son más bien muestras claras de su coherencia política imperturbable.
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