8 de marzo

En este nuevo aniversario del Día Internacional de la Mujer, por desgracia, seguimos diciendo y reivindicando lo mismo que en anteriores celebraciones. Hablamos de la pesada carga de discriminación en el ámbito laboral. Acceso al empleo, calidad del mismo, diferencia salarial y un sinfín de desigualdades.

La precariedad laboral femenina, se nota sobre todo en la baja tasa de actividad, muy inferior a la media europea, a pesar de que el crecimiento medio del empleo, es superior en las mujeres que en los hombres; pero claro, con una alta tasa de temporalidad, y empleo en muchos casos a tiempo parcial, que desde luego es casi una modalidad exclusiva del empleo femenino.

Pero para que se dé un cambio en estas tendencias, hay que resolver otros temas de hogar; pues mientras que la mujer siga asumiendo en solitario la responsabilidad del cuidado de los hijos, incluso de los padres, cuando éstos son mayores o tienen una enfermedad, es difícil que puedan asumir otro tipo de trabajo; y no digamos de participación en la sociedad.

Otro de los problemas con que se encuentra la mujer, es la violencia de hogar, que en vez de ir corrigiéndose, todo indica hacia un repunte, así al menos lo demuestran los últimos datos; claro que los partidos de la extrema derecha los siguen negando, y algunos obispos incluso, aseguran que la causa está en la falta de moral cristiana y la práctica del sexo de forma desordenada. Igual es para tapar los abusos de los curas a miles de jóvenes.