Política

La izquierda histórica obstinada y valerosa, construyó los cimientos de la democracia en Europa (nadie nos regaló nada), ensanchó y desarrolló sistemáticamente las fronteras de la ciudadanía, exigiendo derechos democráticos donde los antiguos regímenes los denegaban, defendiendo esos avances contra los ataques subsiguientes e insistiendo en los argumentos a favor de una libertad aún mayor.

Los partidos socialistas y comunistas organizaron la sociedad civil de forma que constituyera la base desde la cual pudieran defender los avances democráticos existentes y pudieran crecer otros nuevos.

Aunque en sus doscientos años de historia la izquierda representó el constitucionalismo democrático, la expansión de la ciudadanía, el igualitarismo, el respeto a las diferencias y la inclusividad social, algunos de esos valores pasaron inadvertidos.

Tenemos la obligación de contarles todo esto a los jóvenes, para que no sólo se sientan trabajadores cuando están en el tajo, para que mantengan su conciencia de clase, para que no permitan el retroceso, que supondría la pérdida de derechos fundamentales como la libertad, la igualdad o los derechos básicos de la sanidad, la educación, los servicios sociales, o una vivienda digna, para lo que no van a tener más remedio que luchar como lo hicieron sus padres; y sobre todo, para que reflexionen y tengan claro a qué partidos políticos no deberían de votar nunca.

Hoy es más necesario que nunca reivindicar lo de «más política y menos mercado y mercaderes». Los jóvenes de hoy día deberían estar indignados, muy indignados, pero desde luego eso no se demuestra votando a Meloni, Milei, Trump, Alvise o Abascal. Son sólo algunos ejemplos, pero hay muchos más.