Lo lamento

PLAZA MAYOR ·

Con el pretexto de que, en una inspección técnica preliminar, se han encontrado indicios de hundimiento en parte de los tendidos de la plaza de ... toros de Gijón, desde la alcaldía se ha decidido, por motivos de seguridad, no utilizar el edificio para ninguna clase de espectáculos, incluidos los taurinos, hasta que se resuelvan las dudas surgidas a propósito de esta incidencia. Cuesta poco suponer que, en la práctica, se trata de un nuevo subterfugio para apuntalar el propósito o deseo de que no haya más toros en el coso de El Bibio, expresado en público por la primera autoridad municipal.

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Pese a la evidente torpeza con que ha sido gestionado el asunto desde el despacho principal de la Casa Consistorial, da la impresión de que no tendrá mayores dificultades para conseguir ese objetivo, porque descontados los escasos centenares de aficionados cabales que aún hay en Asturias -algunos de ellos en las peñas taurinas- la supuesta defensa de la tauromaquia no ha quedado en buenas manos.

La mayor parte de los espectadores de la feria de Begoña es público de aluvión, que ni entiende ni tiene demasiado interés en entender lo que ocurre en el ruedo y carece de la menor idea sobre los cánones en que se sustenta la fiesta; que casi pasa tanto tiempo en el bar como en su asiento, porque prefiere echarse al coleto un gin tonic en vez de recrearse en la contemplación de una trincherilla. A esa clase de parroquia, en el fondo, le da igual que haya toros o no. Si hay que ir a ver a Manzanares o a Cayetano, se va. Como se va a un recital de Plácido Domingo o al Circo del Sol. Se va a lo que haya que ir, para ver y ser vistos. Postureo.

La situación empeora con la desfachatez de la oposición política municipal en esta cuestión. Su postura a favor de que haya toros en Gijón alcanza niveles extraordinarios de hipocresía.

En Oviedo, donde mandan el PP y Ciudadanos, el alcalde, del PP, ha asegurado que mientras él esté en el cargo no habrá toros en la plaza de Buenavista, que, como la de Gijón, es bien de interés cultural y va a ser rehabilitada y convertida en edificio multiusos (salvo los taurinos). El antitaurinismo manifiesto de Canteli no encuentra reproche alguno en el PP -y tampoco en las peñas taurinas- que así pierde toda clase de credibilidad en su argumentación (no se olvide, además, que fue la desnortada política taurómaca de otro alcalde del PP, Gabino de Lorenzo, la que acabó de facto con los toros en Oviedo, a base de regalar miles de entradas con cargo al erario municipal; el público desertó en cuanto tuvo que pagar para asistir al espectáculo).

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Y la misma falta de credibilidad se aprecia en otros sectores de la supuesta defensa de los toros en Gijón. Su afición sobrevenida la estimula el gratis total -en la vida han pagado una entrada- y desaparecerá igual que ha llegado, porque ya tiene fecha de caducidad. Si el cuadro se completa con reclamaciones empresariales trufadas de impertinentes desahogos verbales, el desenlace de la discrepancia tiene fácil pronóstico: no habrá toros en Gijón (por ahora). Y lo lamento.

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