De mariposas y águilas
El meteorólogo estadounidense Edward Lorenz acuñó el concepto efecto mariposa basado en un proverbio chino que dice que «el aleteo de las alas de una ... mariposa se puede sentir al otro lado del mundo». A partir de la teoría del caos Lorenz aseguró que «el aleteo de un insecto en Hong Kong puede desatar una tempestad en Nueva York». Lo que afirma esta hipótesis es que pequeños movimientos en un lugar del mundo que aparentemente no tendrían que afectar en otros territorios consiguen generar un tsunami de efectos insospechados. Uno de esos aleteos se produjo en Washington el 20 de enero de este mismo año y a partir de ese día el efecto mariposa levantó un huracán en medio mundo del que todavía no sabemos las consecuencias definitivas.
Comenzaron las alteraciones en México y Canadá, aunque como eran países próximos al vuelo de la mariposa solo inquietaron de una manera relativa, pero muy pronto la preocupación llegó a Groenlandia, una isla vinculada desde hace más de mil años a Dinamarca, y a partir de ahí pocos lugares se salvaron de la angustia a la que los sometía el efecto mariposa. Aranceles concebidos como un elemento de presión para empobrecer a los pueblos del mundo mientras contribuían no a enriquecer a los EE.UU, sino a los más ricos de ese país
Después el vuelo se convirtió en cooperador necesario del genocidio del pueblo palestino en Gaza y como eso no parecía suficiente, los misiles americanos volaron con precisión sobre Teherán.
Lo penúltimo, la exigencia de un 5% del PIB de los países de la OTAN y es probable que todo esto no venga dado por el aleteo de una mariposa, sino por el vuelo de un águila calva, símbolo nacional de los EE.UU, que hoy como ayer pretende ser la capital de un imperio que más pronto que tarde acabará derrumbándose.
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