Metáfora

Podría, entonces, verse el apagón como una metáfora que no hace si no poner el dedo en la llaga de un mundo en el que la ética, la solidaridad, la igualdad, la libertad y la fraternidad han pasado a ocupar un papel secundario o, directamente, han desaparecido.

Cada día más los dueños del mundo, borrachos de poder (incróspidos, como dicen en México) van apagando uno tras otro los mecanismos que permiten que la humanidad pueda iluminar su existencia y se vive, permanentemente, en la oscuridad. Suenan tambores de guerra y a los diez minutos de sufrir el apagón en España el dedo acusador, sin ninguna prueba, señalaba hacia Moscú.

En los peores días de la pandemia, multitud de declaraciones y discursos hacían hincapié en que tras el dolor y el miedo saldríamos mejores. Hoy, más de cinco años después, puede afirmarse que aquellos pronósticos no se cumplieron como, lamentablemente, creo que tampoco se cumplirán los que dicen que de este apagón aprenderemos, y estaremos mejor preparados si en el futuro volviese a producirse otro, que ocurrirá.