La burla continua con Gijón

–Y a cambio, ¿qué nos han dado los romanos?–, grita su líder, para tener que reconocer a continuación que les han dado acueductos, carreteras, alcantarillado, sanidad, irrigación, educación, incluso el vino.

En la pasada comisión parlamentaria de Fomento, mientras desde la oposición se reprochaba la larga lista de agravios a nuestra ciudad, el Sr. Calvo tuvo la ocurrencia de decir que «esa obsesión con el socialismo» le recordaba al mencionado diálogo.

Quizás en la cabeza del señor Calvo la anécdota sonaba graciosa, y no dudo de que carecía de mala intención, pero no parece buena idea hacer ese tipo de bromas con una ciudad que está harta ya de tanta tomadura de pelo. A no ser que no fuera broma, y se pretenda comparar el 'hito' de inaugurar una marquesina de autobús con los logros de la ingeniería romana.

Plan de vías y estación intermodal, vial de Jove, Zalia, metrotrén, autopista del mar y ampliación del hospital de Cabueñes son todos ellos proyectos que acumulan décadas de retraso u olvido, y que afectan a infraestructuras cuya carencia es impropia de una ciudad que ronda el cuarto de millón de habitantes.

El hecho de que frente a tanta falta de voluntad se recurra a bromitas, o incluso a decirnos que las paralizaciones de las obras son «una oportunidad», sólo ayuda a confirmar que a los miembros del gobierno autonómico les importa muy poco Gijón.

Mientras tanto, los gijoneses seguiremos haciendo de nuestra ciudad el mejor lugar para vivir, y hasta que lleguen tiempos mejores, sólo nos queda que al menos no nos pongan palos en las ruedas.