La lealtad
Manuel Barba
Martes, 24 de junio 2025, 02:00
Define la RAE la lealtad como el «cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien». ... En relación a ella escuche el otro día una frase abrumadora que decía: «No dejes que tu lealtad te mantenga en lugares donde tu sentido común te hubiese echado a patadas». La conciencia nos proporciona conocimiento de nuestra existencia, de nuestras reflexiones y de nuestros actos. En cada momento permite saber quien soy, qué pienso, qué hago y en que entorno me muevo. Se acompaña de la autoconsciencia o reflexión sobre uno mismo, lo que nos permite decidir si nuestras decisiones y actos son o no acordes a nuestros valores, que son los principios que rigen nuestro comportamiento moral y nuestra conducta.
En relación a lo anterior, muchas veces entendemos la lealtad como la permanencia absoluta al lado de alguien o algo, independientemente de lo que haga o diga, pero eso no es la lealtad, porque tu sentido común no te dice lo mismo y hay un instinto primitivo en las personas por el que, nos guste o no, sabemos lo que está bien o está mal. La lealtad es algo que debe regirse por principios y valores fundamentales del ser humano, de lo que está bien y de lo que está mal; como dice Francisco Garzón Céspedes, «la lealtad no depende de las circunstancias sino de los valores y los principios del ser humano».
Muchas veces nos mantenemos en proyectos o al lado de personas a las que creemos que les estamos brindando nuestra lealtad, pero en realidad les estamos regalando nuestra incapacidad para irnos de lugares o relaciones que no nos hacen bien. La lealtad siempre tiene un camino recto y ese camino nunca estará al lado de esos lugares o en esas relaciones de las que tu sentido común te sacaría.
La lealtad te tiene que dar tranquilidad y paz, y para encontrarlas y entender lo que es la lealtad tienes que decir muchos adioses en la vida, dolorosos, complicados, pero muchas veces necesarios; hay que decir adiós para hacer honor a éso
Cuando uno no entiende, no acepta, no comparte la orientación política de la organización a la que pertenece, ni acepta las acciones ejecutadas derivadas de esa orientación; cuando uno se mira al espejo y no se reconoce en esa organización; cuando no eres capaz de defender con convicción la acción política; cuando esa organización actúa en sentido diametralmente opuesto a lo que sus objetivos fundacionales recogen; cuando pertenecer a esa organización te hace sentir mal contigo mismo; cuando ves atacados los valores y principios que rigen tu conducta; lo coherente, lo digno y lo leal es irse.
La lealtad más absoluta es no traicionar tus instintos, por eso hay que irse de proyectos, lugares o relaciones de las que tu sentido común te echa a patadas.
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