Servidumbre voluntaria
Manuel Barba
Abogado
Miércoles, 28 de mayo 2025, 02:00
De nuevo en una agradable sobremesa con prácticamente dos desconocidos haciendo un repaso a la situación que traviesa España, coincidiendo en el análisis general de ... los males que nos aquejan, surge la siguiente pregunta ¿cómo es posible que en este país la gente acepte lo que está pasando, aún cuando podrían y pueden evitarlo?
Mi aportación a tal debate encuentra su fuente, una vez más, en la lectura de los clásicos. En este caso la respuesta la encontraremos en la lectura del libro 'El Discurso de la Servidumbre', de Étienne de La Boétie, obra que analiza las raíces de la opresión política y la pasividad del pueblo frente a la tiranía.
En este ensayo, que marcaría su legado intelectual, La Boétie reflexiona sobre el poder que los tiranos ejercen y, lo más importante, sobre cómo los pueblos sometidos, por costumbre o miedo, consienten su propia servidumbre. Para La Boétie, el poder de los tiranos no se sostiene por su fortaleza personal ni por la violencia, sino por el consentimiento de aquellos que están sujetos a él. El poder de los tiranos, según el autor, reside en un tipo de alienación colectiva o costumbre que lleva a las personas a obedecer sin cuestionar.
El tirano es descrito como un parásito que se alimenta de la obediencia y la sumisión de su pueblo. El tirano no es fuerte por sí mismo; es fuerte únicamente porque otros le prestan su fuerza. El tirano no solo somete a sus súbditos, sino que también los degrada moralmente.
Al someterse a la voluntad del tirano, los individuos pierden su dignidad, su capacidad de razonar y su voluntad de actuar de manera autónoma. El tirano, por tanto, no solo oprime físicamente, sino que también corrompe el alma de aquellos que gobierna.
Pero, ¿cuáles son las razones concretas que llevan a ese comportamiento del pueblo? Una de las principales razones es la costumbre, la tiranía se normaliza y los ciudadanos se olvidan de que una vez fueron libres; la segunda razón es el engaño, los tiranos manipulan a las masas para que crean que su gobierno es necesario, natural o incluso beneficioso; la tercera es que muchos se benefician directamente de la tiranía.
Hay una élite, un pequeño grupo cercano al tirano, que obtiene riquezas, poder y privilegios a cambio de su lealtad. Estos individuos tienen un interés directo en mantener el statu quo y en convencer a los demás de que la tiranía es inevitable. Así, la tiranía se sostiene no solo por el tirano, sino por una pirámide de personas que colaboran en su mantenimiento.
Es en esta parte del Discurso donde La Boétie desnuda más crudamente el sistema de complicidades que hace posible la infraestructura del poder tiránico, que basa en diversos círculos concéntricos y que se alimentan a otros en una sucesión de complicidades. Compruebe el comportamiento de la agrupación sanchista local o de la federación sanchista asturiana, tiene ejemplos muy cercanos de lo que estoy describiendo.
Hay una solución
¿Y frente a tal situación hay una solución? Sí, por un lado los tiranos solo tienen poder porque la gente se lo concede. Así pues, basta con que el pueblo retire su apoyo y deje de colaborar con su propia opresión. Por otro lado es necesario que aquellos a los que Boétie denomina «la élite de los que aman la libertad».
Y que viene a describir como individuos que son conscientes de su condición de esclavitud y que se niegan a someterse a la tiranía, quienes conservan un amor instintivo por la libertad y un deseo innato de vivir en una sociedad justa, que rechazan el conformismo de las masas, personas que no se ven atrapadas en la red de privilegios y beneficios que el tirano ofrece a aquellos que le sirven, personas que mantienen su dignidad y su capacidad de pensar de manera crítica, que valoran la libertad por encima de todo, actúen como líderes y guías para aquéllos que aún no han despertado a la realidad de su opresión.
Así pues: «El que pueda hablar, que hable, el que pueda hacer, que haga, el que pueda aportar, que aporte, el que se pueda mover, que se mueva. Cada uno en su responsabilidad tiene que ser consciente de la situación de crisis en la que estamos». J.M. Aznar.
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