Secciones
Servicios
Destacamos
En una interesante conferencia, el psiquiatra gijonés Guillermo Rendueles definía a Donald Trump, el hablador presidente de Estados Unidos, como un exponente del narcisismo en ... grado máximo. El escritor norteamericano, Patrick Lawrence, en su último libro lo define como mentiroso compulsivo, y lo valora como «insensato, irrealista y peligroso, y deberíamos añadir un cuarto adjetivo, fantasioso».
Lawrence hace una exposición de las trampas del trumpismo:
En el discurso de investidura Trump declaró: «Los Estados Unidos se considerarán de nuevo como una nación en crecimiento, una nación que acrecienta sus riquezas y extiende su territorio». Y, en sus primeras declaraciones, tiene a gala desarrollar sus proyectos en tono provocativo:
«Los Estados Unidos de América estiman que el control de Groenlandia es una necesidad absoluta». Trump quiere también hacer de Canadá el 51 estado de La Unión, retomar la soberanía del canal de Panamá y renombrar el Golfo de México como Golfo de América.
Lo más paradójico es que ni Trump ni ninguno de sus hombres han preguntado el parecer de los canadienses, de los daneses o groenlandeses, soberanos de estas tierras, o a los panameños sobre el estatuto del canal.
Independientemente de los 'decretos presidenciales', Trump ha igualmente anunciado que va a establecer inmediatamente conversaciones con Putin para poner fin a la guerra de Ucrania, sin ninguna conversación previa ni con Ucrania ni con la Unión Europea, como ha sido evidente en la Conferencia de Seguridad de Múnich y en el discurso del vicepresidente Vance, que explícitamente negaba a la Unión Europea toda intervención en la negociación sobre Ucrania.
Por el contrario, me ha llamado la atención la opinión del citado escritor norteamericano, Patrick Lawrence: «Los planes de Trump sobre una paz en Ucrania están muy lejos de la realidad y difieren de los deseos de Moscú de desarrollar una estructura de seguridad fiable, como Putin y su ministro de Exteriores han declarado en numerosas ocasiones: que las negociaciones no tendrían ningún sentido si no se reconoce este objetivo fundamental».
Para nosotros los europeos lo más preocupante es nuestra incapacidad para participar en las negociaciones. Me llama la atención que Trump deja de lado a la OTAN para negociar directamente con Putin. Todavía hoy la OTAN y Volodimir Zelenski pretenden que Ucrania pase a ser miembro de la organización. No parece ser la base para una negociación con Rusia.
Por lo demás, una postura de sanciones mutuas como método no llevan a la paz. Naciones Unidas ha condenado la invasión rusa de Ucrania, pero las peticiones de sanciones contra Rusia no han tenido un respaldo por la mayoría global.
En opinión de Christoph von Sponeck, que fue vicepresidente de Naciones Unidas, a quien conocimos en Asturias exponiendo su rechazo a la invasión de Irak, las sanciones no afectan prácticamente a las élites del poder, sino al bienestar de todos nosotros; y afirma que el uso de sanciones nunca condujeron a la solución del conflicto, como ha sido el caso de Afganistán, Irak, Siria y una lista larga de conflictos y sanciones
La Unión Europea no ha hecho, sin embargo, ningún esfuerzo para negociar con Rusia, dejando de lado lo que en décadas atrás se veía la posibilidad, la necesidad de relaciones económicas y políticas hacia una Europa que incluyera a Rusia.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.