El Sporting está abonado al sufrimiento. Los partidos ganados en la Liga acabaron con presión del rival sobre el área rojiblanca. Y de los perdidos, ... salvo el de Castellón, sufrió un acoso, con deslices que costaron la derrota.
El triunfo sobre el Zaragoza fue épico por los percances. No es habitual que se lesionen dos atacantes y otro sea expulsado, por una visión arbitral de mayor gravedad que la real. El colegiado se pasó. Borja Jiménez acertó con un dispositivo tremendamente defensivo para aguantar el resultado. Era lo que tocaba.
La valoración del partido es positiva porque acabó con victoria. Otro resultado hubiera modificado la visión de lo ocurrido. Los marcadores pueden cambiar opiniones. Si ante el Albacete se hubiera defendido en el último cuarto de hora como frente al Zaragoza, ahora estaríamos viviendo otra película. El fútbol es así.
La victoria tuvo un coste muy caro por las bajas de jugadores importantes. Corredera, Dubasin, Gaspar y Otero son futbolistas muy determinantes en este Sporting. Demasiados para no estar disponibles en una plantilla con un fondo de armario escaso y de dudosa fiabilidad. No hay más que ver la confianza de Borja Jiménez en once jugadores que fueron titulares en sus tres partidos, más dos sustituciones fijas con Pablo García y Nacho Martín.
El resto de cambios aplicados por el técnico abulense fueron puntuales. Ante el Racing, tres en el añadido, para frenar el ritmo acosador del rival. En Valladolid no los hizo. Y frente al Zaragoza, resultó bien el de Amadou, para bregarse en inferioridad contra la zaga maña, y los de Kevin y Loum, para apuntalar las decaídas fuerzas, con un periodo de participación casi testimonial. Cortés es un desconocido aún y de Curbelo, Queipo, Kembo y Caicedo casi no hay ni recuerdos. Los lesionados Christian Joel y Bernal completan la lista.
Las ausencias le crean una complicación añadida a Borja Jiménez porque el Sporting jugará hoy la Copa, que originará un desgaste, contando que el domingo viene Las Palmas, segundo clasificado, a El Molinón. La eliminatoria ante el Caudal, un rival entusiasta que sueña con la sorpresa, es a partido único, en el sintético del Hermanos Antuña. El único precedente fue a doble vuelta, con mayoría de titulares. Miera no era partidario de rotaciones. Era otra época y diferentes circunstancias.
Aunque el fondo de armario genere incertidumbre, los no habituales tienen una ocasión para dejarse notar con brillantez. También los chavales del filial que tengan la oportunidad de ir a Mieres.
La situación sirve de toque de atención para remodelar la plantilla en el mercado de invierno. Hay salidas incontestables y necesidades incuestionables. Borja Jiménez lo sabe. Incluso David Guerra, como portavoz del cuerpo técnico del club y de Orlegi. Por lo menos, debería saberlo. Es una evidencia. Cuestión de aspiraciones.
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