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Que el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo lo sospechábamos por el proverbio chino y lo ... comprobamos en nuestras carnes y mascarillas hace ahora cinco años, sí cinco, aunque a veces parezca que fue ayer y otras, dos o tres siglos. Por eso da tanto miedo, a este lado del Huerna y a la vera del Piles, la foto de un señor con gorra y niño con nombre de aplicación a hombros en el despacho oval, dispuesto a tocar todos los botones rojos que se le pongan por delante. Porque ni es una mariposa ni lo suyo es un aleteo, porque más allá del chiste de cambiarle el nombre al Golfo de México o de querer convertir Gaza en Marina D'Or, que sería una broma buenísima si tuviera gracia, ese señor de la gorra y el que tiene al lado pueden (o tratan de) decidir que Europa ha muerto, como ya cantaban los Ilegales en los 80, tan visionarios como los chinos y sus proverbios o más. Y si ponemos el foco más cerca, si bajamos el paisanín de Google a este lado del Huerna y la vera del Piles, para qué queremos más: Mittal con ganas de volver a casa, grandes ingenierías conteniendo la respiración o buscando inversores o directamente, un salvavidas de emergencia... Proyectos públicos que se paran, IPC's que se vuelven locos y que hacen que uno de cada cuatro asturianos no pueda comer una ración normal de pescado a la semana (lo dice el INE). Lo raro es que luego según algunos de nuestros dirigentes parece que vivimos en el Principado, pero de Mónaco. No nos queda nada.

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