
La realidad que ya no es ficción
«Se podrá incluso perfilar y predecir comportamientos de los individuos»
Marta Seminario
Abogada del Área de Privacidad en Ontier
Domingo, 16 de febrero 2025, 01:00
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Marta Seminario
Abogada del Área de Privacidad en Ontier
Domingo, 16 de febrero 2025, 01:00
La profesora Andrea M. Matwyshyn menciona en el artículo The Internet of Bodies (January 1, 2018) la película Matrix, en la que se describe un ... mundo en el cual todo lo que creemos real es únicamente fruto de un programa de ordenador al que toda la población está conectada. Si bien la mayoría, al ver la película, no creíamos que esto fuera a ocurrir nunca, podríamos afirmar a la vista de los avances científicos que la profesora no estaba nada mal encaminada al mencionar una de las películas más icónicas de la historia del cine de ciencia ficción. Matrix fue un fenómeno mundial en el año 1999 y no es para menos, ya que deleitaba a los espectadores con una soberbia exposición de elementos neurológicos que nos dejaba a todos con las ganas de aprender artes marciales mixtas sólo con el hecho de introducir un archivo de aprendizaje en nuestra nuca. ¡Quién pudiera!
Pues bien, han pasado 26 años y la famosa frase «la realidad supera la ficción» tiene ahora más sentido que nunca, puesto que no hace falta que nos vayamos a la literatura o al cine para imaginar escenarios donde se implanten en nuestros cuerpos dispositivos que nos hagan mejorar nuestras funciones cognitivas, sensoriales o musculares. Actualmente nos encontramos en la era de la revolución tecnológica, dónde lo que antes era fruto de la viva imaginación de célebres autores, ahora es una realidad aplicada a nuestra sociedad, como ocurre con el «Internet de los Cuerpos» o también conocido como «Internet of Bodies» (en adelante IoB).
Pero antes de llegar al IoB, que lo haremos, debemos mencionar el paso previo a esta tecnología, denominada «The Internet of Things» o «Internet de las Cosas» (en adelante IoT). Este concepto apareció por primera vez de la mano del tecnólogo Kevin Ashton, en 1999 (año de estreno de Matrix ¿será casualidad?). El IoT se ha venido definiendo como la interconexión digital entre el mundo físico e internet, es decir, dispositivos comunes y cotidianos que se conectan a internet y que permiten registrar, almacenar, transferir e interactuar con otros sistemas que están conectados a la red. Incluir conexión a internet a diferentes dispositivos, como juguetes, televisiones o electrodomésticos fue un gran paso que permitió casi de manera natural dar el salto al siguiente escalón. En este siguiente paso, se buscará conectar estos dispositivos con nuestro cuerpo (de ahí su denominación «Internet de los Cuerpos» o IoB), y a su vez, que esta conexión pueda ofrecer beneficios y soluciones, por ejemplo, en el ámbito sanitario. ¿A que ya no parece tan lejano el Matrix de Neo y Morfeo?
Uno de los aspectos más llamativos del IoB es su aplicación a nuestra realidad con una singular cotidianidad que casi parece ficción, y esto se debe a que llevamos aplicando IoB más tiempo del que somos conscientes.
El IoB, se estudia habitualmente conforme a las tres generaciones desarrolladas por la ya mencionada profesora M. Matwyshyn. En la primera generación se describen aquellos dispositivos que entran en contacto directo con el cuerpo de quien los porta, de esta manera, pueden controlar y monitorizar información de todo tipo, desde la geolocalización hasta las constantes vitales. En cuanto a la segunda generación de IoB, se identifica con dispositivos que están implantados dentro del cuerpo del portador, como por ejemplo instrumentos tan conocidos como el marcapasos.
Por último, la tercera generación, serían aquellos dispositivos que nos acercan a un libro de Isaac Asimov, ese mundo futurible y lejano (aunque ya no lo parece tanto). Nos referimos a dispositivos que pasan de estar dentro del cuerpo a estar directamente fusionados con el mismo. En esta generación, a su vez, hay un tipo de IoB en el que se posibilita la interacción directa entre el cerebro y un ordenador, conocido como 'Brain Computer Interface' (BCI).
¿Qué son los BCI?, pues bien, podemos intentar definirlos indicando que son dispositivos que trabajan recogiendo y midiendo la actividad de nuestro cerebro, y a su vez, a través de un software diseñado específicamente para ello, procesar y extraer datos de gran interés, como, por ejemplo, el estado mental del usuario, o las intenciones futuras que pueda tener el portador. De esta manera se podrá, recoger, estudiar y reconocer datos y ejecutar acciones en base a ello. Ya está, ya hemos llegado al futuro, ahora acudamos todos en masa a ceder nuestro cerebro, pero eso sí, por favor, quiero hablar 50 idiomas. Seguro que más de uno ha pensado algo similar.
¡Alto! Parémonos un momento y pensemos, que parece que nos cuesta hacer esto último. Tengamos en cuenta que, dar nuestro cerebro a la ciencia, tiene un coste, ya que estas tecnologías, permiten acceder a nuestros datos neuronales, conocidos, como neurodatos.
Los neurodatos, si están asociados a una persona y esta, además, puede ser identificada o identificable serán considerados, a todos los efectos, datos personales, por tanto, deberán ser tratados bajo el paraguas del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD). Además, no debemos olvidar el uso de Inteligencia Artificial (en adelante IA) en la neurotecnología. Todos estos desarrollos tecnológicos permitirán el acceso, revelación y tratamiento de datos que pertenecen a la esfera más íntima y privada de las personas, como son sus sentimientos, percepciones, y pensamientos, pudiendo incluso perfilar y predecir comportamientos de los individuos. ¡Ojo con esto! ¿Saber lo que voy a hacer antes de hacerlo?, está claro que quien predecía el futuro era George Orwell cuando escribió sobre la «Policía del Pensamiento» en su obra 1984.
Abrazar las tecnologías emergentes y sus aplicaciones es apostar por la innovación, de eso no hay duda. No obstante, visto lo visto, seamos cautos con los datos que cedemos puesto que serán tratados para alimentar estas tecnologías, perdiendo el absoluto control sobre ellos, con lo que podría esto implicar para nuestra privacidad. No son pocas las referencias cinematográficas y literarias que nos alertan sobre la pérdida de control de nuestra realidad en favor de una Inteligencia Artificial que nos domina. Si bien creemos que Skynet aún queda lejos, no nos confiemos, pues lo que es seguro es que la ficción ya es una realidad.
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