Crónica de una ejecución anunciada
Miguel Rojo
Viernes, 25 de abril 2025, 10:12
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Miguel Rojo
Viernes, 25 de abril 2025, 10:12
En el año 1897 en la Zorera, pueblo del concejo de Tinéu, Rafael González Gancedo fue acusado de dar muerte a su mujer y a ... su hijo recién nacido, inducido por su propia madre y su joven amante. Del juicio celebrado en Uviéu salió la última condena a garrote vil en Asturias; las dos mujeres quedaron absueltas. Aquel fue un suceso que tuvo gran repercusión en la sociedad asturiana de la época pero que, sin embargo, quedó prácticamente en el olvido hasta que hace unos años Antón García escribió una novela en asturiano sobre tales sucesos. Ahora, en traducción de Marta López, aparece en castellano 'Crónica de la luz y de la sombra' (Pez de Plata).
La novela resulta una crónica documentada del campesinado asturiano de finales del siglo XIX, pobre e inculto, que logra sobrevivir a duras penas, y donde las pasiones son la única válvula de escape a tanta privación, en contraste con la vida más culta y regalada que se desarrolla en una capital como Uviéu.
La obra transcurre a lo largo de dos años, entre junio de 1897 y de 1899, con un esquema típico narrativo: en una primera parte se nos presentan a los personajes de esta crimen rural (Planteamiento), la parte más literaria con una cruda recreación de personajes y ambientes campesinos; en la segunda asistimos al desarrollo del juicio (Nudo) y por último los días últimos de la ejecución pública en Tinéu (Desenlace).
Antón García se mueve como pez en el agua entre archivos polvorientos y documentos olvidados (ahí está su recuperación para las letras asturianas del Padre Galo) y nos entrega una obra próxima al periodismo de investigación que no duda en incorporar fotos de Gancedo en la cárcel o ya muerto en el patíbulo, así como copia de un artículo de prensa de la época firmado por el periodista Adeflor. Con esos mimbres ya sólo falta la fabulación necesaria para crear una obra que mantiene al lector más preocupado no por el resultado final, que ya conoce, sino por saber cómo era la vida en esa época en una pequeña aldea asturiana o descifrar cuánto de verdad hay en la acusación de asesinato (algo que en ningún momento queda claramente probado) y, de ser cierto, alcanzar alguna razón que le haga entendible un comportamiento tan inhumanamente humano. No hace el autor ningún juicio moral de los hechos ocurridos en La Zorera, se limita a entregarnos la crónica de una sociedad supersticiosa bajo el imperio de la naturaleza y de la iglesia, que se ve desbordada por algo tan humano como es el sexo y el poder, aunque este poder no sea más que el ejercido entre unas míseras paredes de una casa de campesinos.
La habilidad de García para dosificar el ficcionamiento justo y necesario de esta historia hace que la figura de Gancedo, igual que antes lo vimos en alguno de los Karamazov o de Pascual Duarte, entre por méritos propios a formar parte de esos personajes literarios que bailan con el lado más oscuro del ser humano. Una historia real de perdedores y degradación que García cartografía con exquisito pulso narrativo.
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