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Cada vez gusta más ese estilo arrollador que emplean algunos políticos para andar por la vida, no hay más que ver los más de 77 ... millones de votos que se sacó Donald Trump, matón mayor del planeta, incluso después de haber sido condenado por haber tratado de ocultar un pago de 130.000 euros a una actriz porno para que no hiciese pública una relación sexual con él. Milei, con similar estrategia, gobierna en Argentina, como el líder norteamericano, a golpe de tuit (ahora llámase X), aunque sea para recomendar un negocio ruinoso de criptomonedas. Este matonismo ilustrado no es potestad de la llamada 'fachosfera', también gustan de practicarlo algunos prebostes de la izquierda mundial, y fue impulsor del mismo el justiciero AMLO desde México, aunque él gustaba más de dispendiosos discursos televisados para pedir a España que devuelva el oro que se llevaron los conquistadores de los que él mismo es descendiente. Pero ese es otro asunto. Por estos lares que nos ocupan, contamos con un trumpismo más moderado, de sello pucelano, ligado a la socialdemocracia y, por lo tanto, más paternalista. Ya sabe, «se ve que eres buen chico», le decía ayer Puente –antes de tratar de apoquinarlo– en Twitter (ahora ye X) a un ingeniero que le echó en cara la millonada que invertirán en la estación de Valladolid, mientras Gijón se acomoda en el medievalismo en cuanto a infraestructuras de transporte se refiere. Trumpismo pucelano, pero con cero soluciones aportadas.
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