No mires a los ojos de la gente

Pensamos que lo que hacemos está bien y que si alguna vez, solo alguna, nos saltamos las normas, está perfectamente justificado y, sin duda, controlado. Nos gusta mentirnos a nosotros mismos

Viernes, 8 de enero 2021, 01:58

No mires a los ojos de la gente/ me dan miedo, siempre mienten». Eso cantaba el grupo de Germán Coppini, 'Golpes Bajos', allá por los ... 80 y ese estribillo nos puede servir para entender, o por lo menos acercarnos, a un posible motivo por el que llegaremos a la tercera ola de la pandemia más pronto que tarde. ¿Quiero decir con esto que la población miente? ¿Qué los políticos mienten? ¿Qué todos, de un modo u otro, mentimos? Sí y no. Me explico.

Publicidad

Si un periodista nos para por la calle y nos pregunta qué hacemos mal respeto a la crisis sanitaria (entiéndase normas, protocolos, medidas de seguridad, etc.), la probabilidad de que respondamos que nada o muy pocas cosas -ninguna reseñable, por supuesto- es alta. ¿Por qué? Porque realmente así lo creemos. Pensamos que lo que nosotros hacemos está bien y que si alguna vez, solo alguna, nos saltamos las normas, está perfectamente justificado y, sin duda, controlado. Nos gusta mentirnos a nosotros mismos. Es disonancia cognitiva en la que aceptamos la mentira como una verdad.

No ser coherente con las ideas que defendemos, a veces de forma vehemente, genera malestar. Si yo, por ejemplo, durante toda la pandemia digo a todo aquel que quiera oírme que no hay que salir de casa salvo para lo imprescindible, pero salgo a hacer, más de una y más de dos veces, algo innecesario, me genero un conflicto interno entre lo que digo y lo que hago. Y eso, por norma, no solo crea malestar, también incomodidad e incluso cierta ansiedad, porque mis creencias o actitudes entran en conflicto con mis obras. La solución más sencilla y más utilizada es hacernos trampas, mentirnos a nosotros mismos y a los que nos rodean para hacer que esa inquietud desaparezca. Es decir, el autoengaño.

Por lo tanto, volvamos al punto de partida. Si un periodista nos para por la calle y nos pregunta por nuestro comportamiento, mentiremos. No con mala intención, ni mucho menos, ni por el hecho de mentir en sí, pero lo haremos. Sobre este asunto, además, hay otro factor a tener en cuenta que también influye en algunas repuestas: control social. Ya saben, lo hemos hablado más veces, cada vez existen más jueces Dredd que juzgan y sentencian a la mínima de cambio, y nosotros no queremos estar en ese juicio; no a menos que seamos Dredd. En consecuencia, a veces mentimos porque nos autoengañamos y otras mentimos por quedar bien. Pasa una cosa similar con los sondeos electorales, sobre todo en los últimos años, y el llamado voto oculto. Es decir, que al ser preguntado, hay quien esconde su opción real y la sustituye por una falsa.

Publicidad

Les voy a poner un ejemplo muy claro con el que creo que esta última parte se va a entender muy bien. Cada cierto tiempo hay en Twitter una página dedicada a la literatura que pregunta qué libro estamos leyendo. ¿A qué no saben cuál es el que, se formule la pregunta cuando se formule, llueva, nieve o haga sol, más se lee? Sí. Han acertado. 'El Quijote'. Después le siguen otros clásicos de la literatura universal como 'Cien años de soledad', 'Madame Bovary', 'El lobo estepario', 'Lolita'...

¿Entienden lo que quiero decir? Al responder siempre 'El Quijote' se quiere transmitir una idea al resto de personas que leen las repuestas, porque un clásico siempre queda bien en cualquier sitio. ¿Y todos lo han leído? ¿Todos? Por tanto, cuando llegue la tercera ola y nos preguntemos cómo es posible estar donde estamos si todos lo hicimos bien, piensen en 'El Quijote', en el juez Dredd y en la disonancia cognitiva. Por cierto, la última vez que participé en la encuesta de los libros, de la lista se había caído 'Lolita', de Nabokov, porque ahora su lectura no está bien vista.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

1 año por solo 16€

Publicidad