El Monopoly del poder
En Madrid, pandemia, enfermedad y muerte, pero los políticos a gastar dinero público para lanzar, justo ahora, una campaña electoral y comprar más y más calles
Qué es ser político? Si nos alejamos de una visión clásica y filosófica del término, aquella que habla de la política como un medio de ... socialización, del ser humano en cuanto a ser social, y nos fijamos en una acepción más moderna, más cercana a nuestros días, diríamos que ser político hoy es una profesión en sí misma, cuyo objetivo principal ya no es el ciudadano, sino la pertenecía a un grupo de individuos, existente o creado para ello, cuyo fin es hacer negocio a través de la política, y el negocio puede ser individual o colectivo.
Qué descreída es usted, pensarán, que de todo hay en la viña del Señor. Y tienen razón, de todo hay, pero al margen de la política más pequeña, la de pueblos y aldeas, o incluso la de los más jóvenes cuando dan sus primeros pasos en el fango político, ingenuos, hambrientos de cambios, que suele ser la más honesta, pocos quedan, cada vez menos, que no podamos meter en este feo saco.
Hace mucho tiempo que lo que conocíamos como 'hombre de Estado' ha muerto. Nadie mira por el Estado, por el conjunto ciudadano y sus necesidades. Cada uno mira por su sillón. Lo que ahora mismo está pasando en Madrid es el más claro ejemplo de ello. Pandemia, enfermedad y muerte, pero, ¿qué hacen nuestros políticos? Se ponen a jugar al Monopoly del poder. A gastar dinero público (las subvenciones y ayudas a los partidos políticos también salen de nuestros bolsillos) para lanzar, justo ahora, una campaña electoral y comprar más y más calles. Podían lanzar una mejor campaña de vacunación, pero a derecha y a izquierda, todos a lo suyo que no es lo nuestro. Y dentro de cada una de las bandas políticas, dentro de cada partido y organización, también están a lo suyo que no es lo de todos. Ahora les pongo unos ejemplos con los partidos más importantes y sus últimas maniobras.
Empecemos por Ayuso que, al convocar las elecciones en Madrid no está mirando los intereses de los madrileños, ni siquiera los de su partido. Está únicamente pensando en su propia carrera, su ascenso hacia la Moncloa. Iglesias, por su parte, al dejar la vicepresidencia y su cartera, por más que lo disfrace de salvación madrileña, tampoco está mirando por Madrid. Está salvándose él, asegurándose una salida digna del Gobierno, que nadie pueda decir que le echaron, y una salida digna también de la dirección de Unidas Podemos porque sabe, es consciente de ello, todos lo somos, que si se ve en la obligación de presentarse de nuevo como cabeza de cartel del partido para unas generales quizá las bases no le apoyarán.
Al PSOE, las elecciones le han pillado con el pie cambiado, pero una vez convocadas, le vienen de maravilla. Dejaremos durante unos meses de hablar tanto de muerte y vacunas, de la gestión ministerial de la pandemia, de las intervenciones, cada día más fatuas del presidente, y hablaremos de la madrileña y sus ocurrencias, que seguro que nos regala unas cuantas. Interés ciudadano, de nuevo, cero.
Por último, pero no menos importante en esta ecuación, tenemos a Ciudadanos, que son el modelo más evidente de que la política, como la conocíamos, hace tiempo que murió. Los naranjas son ahora mismo un barco hundiéndose donde –voy a usar el símil, no puedo evitarlo–, las ratas, más de las esperadas, abandonan el navío como si el barco y sus pertenencias no fueran con ellos. ¡Sálvese quien pueda! Es la demostración de cómo no hacer política, porque un auténtico político lucharía, contra viento y marea, por aquello en lo que cree, y lucharía por los ciudadanos a los que representa y que le votaron. No se marcharía en cuanto llegara un problema. Esa cobardía, esa huida, es el más claro ejemplo de que la política ha dejado de ser política para ser otra cosa. Negocios, autobombo, una colocación, dinero…
¿Qué es ser político?, preguntaba al inicio. La respuesta está, precisamente, en lo contrario de lo que hoy vemos que hace gran parte de nuestra clase política.
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