Borrar

Hace algunos años se hizo un primer viaje de microbús por el barrio alto como prueba para implantar una línea que pacificara el tráfico de ... Cimavilla y diera pie a un hipotético y armonioso futuro peatonal. El microbús se quedó enganchado en todas las esquinas posibles y los juramentos y exabruptos de los ideólogos dejarían la grada de El Molinón al nivel de un grupo parroquial de oración. Se liberaron cruces y esquinas pero el microbús, por lo que fuera, no acabó por cuajar. Los ajustes de carriles en San Bernardo y Munuza han vuelto a devolvernos a la cruda realidad: por mucho que lo intentemos, los coches no se pueden meter bajo la alfombra. Y más lejos aún queda el sueño de un tramo entre el Carmen y la Plazuela sólo para peatones, bicicletas y transporte público porque fue precisamente un autobús el que quedó atascado tratando de girar donde no era posible en medio de los habituales gritos de «dale» y «vale» que sólo generan ganas de que el que los profiere acabe con un pie debajo de las ruedas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio Atascados